La privatización de la mujer
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- Categoría: Mundo
- Publicado: Domingo 05 de Agosto de 2007
(Debra McNutt – Counterpunch) Mundo - La opinión pública ha comenzado a prestar atención al papel de los contratistas privados en las zonas donde EEUU ha emprendido acciones militares. Menos atención se ha prestado, sin embargo, a la forma en que estos contratistas están cambiando la naturaleza de la prostitución militarizada. En el ejemplo más conocido, empleados de DynCorp fueron descubiertos cuando traficaban con mujeres en Bosnia y hay indicios que sugieren que en Iraq puede estar ocurriendo lo mismo.
La invasión de Iraq por EEUU en marzo de 2003 llevó la prostitución de vuelta a ese país en cuestión de semanas. Hasta ahora, la Guerra de Iraq ha durado ocho veces más que la del Golfo y está caracterizada por el uso de una enorme cantidad de contratistas privados. En enero de 2006, el presidente Bush aprobó una ley que prohíbe el tráfico de personas. Esa ley, sin embargo, no ha sido aplicada a los contratistas.
El miedo creado por el renacimiento de la prostitución ha permeado a toda la sociedad iraquí. Las familias no dejan que las chicas salgan a la calle, no sólo para evitar que sean atacadas o asesinadas, sino para impedir que sean secuestradas por redes organizadas de prostitución.
Estas redes también obligan a algunas familias a que les vendan sus hijos para convertirlos en esclavos sexuales. La guerra ha dejado sin casa a una enorme cantidad de chicas y chicos, que son muy vulnerables al comercio sexual. También ha producido una gran cantidad de refugiadas que tratan de huir del peligro pero que (por desesperación económica) terminan prostituyéndose.
Las extranjeras importadas a Iraq para ejercer la prostitución generalmente llegan a través de los canales establecidos de tráfico ilegal de trabajadores, tal como lo documenta la serie de reportajes publicados por el Chicago Tribune , titulados Pipeline to Peril (La ruta al peligro). Por ejemplo, el periodista independiente David Phinney ha documentado cómo una compañía contratista kuwaití que importaba trabajadores para construir un nuevo complejo para la embajada de EEUU en la Zona Verde de Bagdag, introducía mujeres en el área de construcción.
En la Zona Verde se han abierto algunos burdeles (disfrazados de refugios para mujeres, peluquerías o restaurantes chinos), pero las autoridades los han cerrado cuando los medios han informado de su existencia. Según las fuerzas armadas de EEUU, sus tropas tienen prohibido tratar con prostitutas.
No obstante, en sitios web de sexo los contratistas privados se jactan de ser capaces de encontrar mujeres iraquíes o extranjeras en Bagdad o en los alrededores de las bases militares de EEUU. Estos contratistas privados de seguridad cobran salarios muy altos, por lo que disponen de mucho dinero y no son responsables frente a nadie más que sus compañías.
Como señala Sarah Mendelson en su informe del año 2005 sobre los Balcanes, Barracks and Brothels (Barracas y Burdeles), el gobierno de EEUU ha ideado muchos protocolos y programas para disminuir el tráfico de personas, pero como no se hacen respetar terminan siendo simples ejercicios de relaciones públicas. Los oficiales militares suelen hacer la vista gorda con la explotación de mujeres por el personal militar y el de los contratistas privados, porque quieren elevar la “moral” de sus hombres.