La población iraní salió a las calles de Teherán en una marcha espontánea de duelo, furia y resistencia, luego de confirmarse la muerte de dos figuras clave de la estructura militar iraní: el jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas, Mohammad Bagheri, y el comandante en jefe de la Guardia Revolucionaria Islámica (IRGC), Hossein Salami.

Ambos fueron asesinados durante los bombardeos israelíes en la madrugada del 13 de junio, como parte de la autodenominada «Operación León Ascendente», anunciada por el primer ministro Benjamin Netanyahu.

En las manifestaciones, miles de iraníes portaron retratos de Salami y del científico nuclear Mohammad Mehdi Tehranchi, también fallecido en el ataque, símbolo de la resistencia científica y tecnológica frente a las sanciones y amenazas occidentales. Las protestas, que tuvieron como epicentro la Plaza Azadi, se extendieron a otras ciudades del país, en un ambiente marcado por consignas contra Israel y Estados Unidos.

La televisión estatal iraní y varios líderes religiosos calificaron los asesinatos como “una declaración de guerra abierta” y prometieron que “la sangre de nuestros mártires no será negociada ni olvidada”.

Desde Tel Aviv, Netanyahu justificó la ofensiva con el argumento de que el programa nuclear iraní representa “una amenaza existencial para la supervivencia de Israel”, pese a que no presentó evidencia ante organismos internacionales ni contó con mandato de Naciones Unidas.

En paralelo, el Parlamento iraní pidió suspender toda cooperación con el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) y romper completamente relaciones diplomáticas con Israel y sus aliados.

Israel deja un saldo de 78 muertos y 329 heridos tras los ataques

Los principales ataques de Israel se han producido en zonas residenciales de Teherán y en diferentes provincias persas: Isfahán, Kermanshah, Lorestán y Hamadán. En un ataque desproporcionado contra la población civil, los muertos se han amontonado en decenas y los heridos en centenas, dejando de manifiesto el carácter devastador y sanguinario del Ejército sionista, que lleva desde su último despliegue hostil de octubre de 2023 masacrando a inocentes.

La ofensiva israelí, que ha sido calificada por el sionismo como «Operación León Ascendente«, viola, como tantas otras acciones perpetradas hasta el momento, el derecho internacional humanitario, sin conocer límites y dejando una tensión palpable en la región. Uno de los misiles lanzados impactó en un edificio de cinco plantas al este de la capital iraní.

Varias provincias han sido víctimas del ataque y, según el jefe de la oficina de gestión de emergencias en la provincia iraní de Azerbaiyán Oriental, Majid Farshi, informó que que al menos cinco personas murieron y otras 12 resultaron heridas en un ataque israelí contra la ciudad de Tabriz.

La agresión ha ido dirigida fundamentalmente contra objetivos militares y bases nucleares, a pesar de que siendo esa la prioridad, el pueblo ha sido quien ha puesto las personas muertas. La madrugada del viernes 13 de junio, el embate sionista eliminó a varios altos mandos militares iraníes, entre ellos el jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de Irán, Mohammad Bagheri, y comandantes de los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria Islámica (CGRI), así como varios científicos nucleares.

Al mismo tiempo, los bombardeos alcanzaron la instalación de enriquecimiento de uranio de Natanz y bases militares iraníes en el noroeste del país. Entre ellos, y según la información proporcionada por la CGRI, una de las muertes ya confirmadas es la del comandante Hosein Salami.

El próximo domingo correspondía la sexta ronda de negociaciones sobre el programa nuclear entre Irán y Estados Unidos, pero ya ha sido cancelada. La respuesta del Ejecutivo persa es contundente: habrá represalias, mientras el presidente estadounidense Donal Trump, calificó el ataque de excelente y confirmó que su país sabía lo que iba a pasar.

El líder supremo de Irán, el ayatolá Alí Jamenei, afirmó en un comunicado que Israel había «desatado su mano perversa y sangrienta» en un crimen contra Irán que «no quedará impune». Ambos países han decretado el estado de emergencia para su población.

Tal y como ha declarado Irán, está en su derecho de enriquecer uranio con fines pacíficos, tal y como lo establece el Tratado de No proliferación Nuclear (TNP) y a decidir sobre su política energética sin injerencias extranjeras. En este marco, la agresión israelí supone un ataque para mermar la soberanía nuclear y tecnológica de Teherán, buscando mantener la dependencia y el sometimiento a Occidente de los países de la región.

Fuente: Telesur