Estados Unidos necesita aumentar la importación para frenar los precios internos, especialmente de carne. Los ganaderos estadounidenses no acuerdan con la apertura importadora, más aún con incrementos de insumos ante la suba arancelaria desde abril pasado a otros países. Al mismo tiempo, Argentina también induce la importación externa para bajar los precios locales, también de la carne, alimento esencial en la dieta local. Los productores locales tampoco aprueban la importación creciente. La lógica de política económica de ambos gobiernos se impone por sobre las demandas de los productores de cada país. Hay ruido en ambos países con la política oficial de Trump y de Milei. Por Julio C. Gambina.
Pero más allá del combate a la inflación en los dos países y de la apertura comercial negociada, aunque inconsulta al interior de las naciones involucradas, detrás están objetivos estratégicos de las partes.

En EEUU se trata de alejar todo lo posible a China, un competidor global más allá de la economía.

Para Argentina, el tema de fondo son las inversiones externas, especialmente estadounidenses, para alejar la tendencia de recursos provenientes del gigante asiático.

El objetivo de Milei es reorganizar la economía en Argentina, desde la lógica histórica del privilegio a la industrialización con destino al mercado interno a un proyecto de acumulación orientado principalmente al mercado mundial.

La apuesta es a consolidar una orientación primario exportadora, sea de agricultura y ganadería para el mercado mundial, más energía y minería, en el marco de las innovaciones tecnológicas en curso en la economía mundial.

Se trata de aprovechar la potencialidad de los hidrocarburos no renovables del yacimiento Vaca Muerta, y la minería, especialmente los proyectos de cobre ingresados al RIGI; pero también el uranio y la energía nuclear, para lo cual se impone la privatización de NASA.

La perspectiva de inversiones en el sur argentino asociado a la digitalización y la instalación de centros de datos, demandantes de climas fríos y abundante agua, junto a la perspectiva privada por el uranio y la energía nuclear, inducen la alianza de Argentina con EEUU.

Es una lógica que pareciera dejar atrás la competencia entre ambos países y avanzar en una lógica de complementariedad. Esencialmente, EEUU aportaría capitales y Argentina ofrece su potencialidad en bienes comunes.

¿Puede consolidarse ese rumbo?

Por la positiva imagina el gobierno ante la validación electoral y la proyección hacia el 2027, reformas reaccionarias mediante.

La laboral supone el disciplinalmente del movimiento sindical, una larga expectativa del poder económico local, estimulado por la complicidad de una dirigencia que apuesta a la continuidad de algunos beneficios corporativos históricamente conquistados.

Con la reforma tributaria especulan ganar la voluntad empresarial y disciplinar a la dirigencia gremial empresaria atrás del “beneficio” de la menor carga tributaria.

La reforma penal apunta a consolidar la línea represiva impulsada desde el inicio de la gestión Milei-Bullrich, asociada a la demanda del poder por “mano dura”.

Al final de estas reformas irán por la previsional, para intentar recuperar la ola privatizadora iniciada en 1994 con Menem-Cavallo.

Todo se subordina al ingreso de inversores externos, a la “lluvia de inversiones” que enunció Mauricio Macri al inicio de su gestión en 2015.

Las inversiones no llegaron y podrían no llegar por un clima internacional de incertidumbre y ralentización de la economía mundial.

Pero claro, la iniciativa Trump apunta a destrabar la ralentización global y especialmente del papel de EEUU en este proceso, para lo que necesita de su pario trasero, y en ello cuanta con la sociedad de Milei y otros similares, caso de Bukele o Noboa.

En ese sentido, avanzaron los acuerdos comerciales con Ecuador, el Salvador, Guatemala y Argentina, este último adicionando inversiones.

La respuesta definitiva no está en lo que imagina el gobierno Milei y sus cómplices, sino en la repuesta social para frenar la iniciativa política del poder y reorganizar una propuesta política orientada a resolver amplias necesidades insatisfechas.

Buenos Aires, 18 de noviembre de 2025