Red Eco Alternativo ***

Policía de la Ciudad desaloja la toma “Fuerza de mujeres” en el Barrio Mugica

Desde fines de junio viven allí más de 100 familias, la mayoría monoparentales con jefas de hogar, con 180 niñes. Es en La Containera, un basural del barrio Padre Mugica –ex Villa 31–, porque no pueden acceder a una vivienda y en el barrio no les quieren alquilar una pieza porque tienen hijes.

"El Gobierno de la Ciudad no dio respuesta, vinieron con una orden de desalojo", comenta Marcos (…) Empezó a las 7 de la mañana, sin aviso. La policía pisaba a los niños, tiraron gases lacrimógenos, quemaron casas. Volvemos a quedar en situación de calle. Que Larreta de la cara", relataron desde la toma en diálogo con FM La Patriada.

En tanto, la Legislatura porteña debate en su sesión ordinaria de este jueves 16 convenios urbanísticos para construir 200.000 m2 a cambio de 36 millones de dólares.

Testimonio de Leonela, difundido por Revista Cítrica:
"NOS QUEMARON TODO, LOS CHICOS SE QUEDARON SIN ZAPATILLAS Y SIN ÚTILES"

"Me tiraron todo, nos rodearon a mí y a mis hijos. Nos resistimos porque no tenemos a dónde ir, no queremos empezar de cero una vez más. No nos golpearon porque yo les pedía a mis compañeros que filmen todo, que dejen registro de lo que estaban haciendo.

Nos dejaron con lo puesto. Nos quemaron todo, los chicos se quedaron sin zapatillas y sin útiles. Mañana mis hijos no tienen con qué ir a la escuela. ¿Qué le van a decir a la maestra cuando les pida la tarea?

Yo estaba en situación de calle. Sola con mis seis hijos. Mi compañero de calle, un hombre muy bueno y trabajador, me dijo de este terreno y nos vinimos. A él lo conocemos hace cinco años, por eso mi hija lo defiende como a un padre o a un tío. En la calle somos así, cuando te cruzás con una persona buena, ya sos compañera.

Así es nuestra vida desde siempre. Yo viví en situación de calle prácticamente toda la vida. Y esto es un círculo vicioso: yo consigo un trabajito y pago un alquiler, pero me echan de ese trabajo y me vuelvo a quedar en la calle. Hasta me han echado de un alquiler por tener muchos chicos. Así es como nunca podemos construir nada, nunca podemos tener un techo.

Toda mi vida me la pasé en la calle, en alquileres y en paradores y hogares. Mis hijos ya conocen esa situación y sabemos que no es la solución para nadie porque vas ahí y estás con mucha gente que viene con otras realidades. Entonces no es seguro para mis hijos estar ahí. No es el techo que les quiero dar. Quiero un techo digno para ellos.

Ahora vinimos a un parador porque no nos quedó alternativa. Estábamos afuera, sin casa ni pertenencias, con lo puesto y empezó a llover. No nos quedó alternativa. Imagínense que los chicos lloraban de hambre y frío. ¿Ustedes dejarían a estos chicos un día como hoy en la calle? Bueno, el Gobierno de la Ciudad sí. Nosotras sabemos cuál es la solución pero no nos quieren escuchar: hay viviendas ociosas en el barrio. ¿Por qué no pueden cedernos esas viviendas? ¿No merecemos un techo digno nosotras también?

Pero nosotras no bajamos los brazos. Ya nos estamos organizando para ver cómo seguir. Acá en el parador estamos varias de las mujeres de la toma y estamos viendo cómo organizar el día de mañana. Hay que ir a trabajar y llevar a los chicos a la escuela. Yo mañana tengo que ir al taller de costura donde trabajo, mis chicos a la escuela. Mañana hay que volver a empezar, una vez más”.

Leonela tiene 33 años y es mamá de 6 hijes. Hoy el testimonio de Cecia, su hija de 8 años, contando cómo les destrozaron el inodoro, se transformó en viral: “Si quieren que estemos bien, que nos den un techo para vivir”, pidió Cecia.

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Compartimos la nota de Silvana Melo, publicada en la Agencia Pelota de Trapo:
Niños y sus madres desalojados en la 31

Soportaron el invierno en la Containera. Los clavos oxidados en los pies desnudos de sus chicos. Las arañas y las ratas. Y el acoso policial. Soportaron el frío polar sin nada para calentarse. Sin ayuda alimentaria desde que 80 mujeres y sus 175 niños limpiaron como pudieron un basural para ponerse a vivir. En casitas de nailon y chapa. Que fueron evolucionando a algunas maderas en los techos. Ellas salieron de sus casas arrastrando a sus pibes porque no podían pagar los alquileres que se cobran en el barrio, porque sus parejas las molían a palos, porque el presente insidioso no permitía la osadía de pensar en un futuro. Aunque fuera cortito. Por eso se juntaron y armaron Fuerza Mujeres, una toma pegada a la Villa 31. Un proyecto colectivo con la intención de tener una vivienda digna. En una ciudad obesa de desigualdad. Ambiciosa de proyectos inmobiliarios con un déficit de casi cuatro millones de viviendas en el país. Cerrando en el mismo día la construcción de 16 torres en 12 barrios. Con mujeres y niños en la calle.

A eso de las 6 de hoy llegó la policía de la Ciudad. Era de noche y los chicos dormían. Les leyeron textos que hablaban de derechos que no tienen. Ni los niños ni sus madres. Y a las 7 empezaron a sacarlos. Para quienes no querían salir, prendieron fuego las casillas. Los chicos vivieron la violencia de un despertar atroz. Desarmaron las viviendas y largaron la topadora, como si fuera un lobo hambriento.

Ellas aseguran que les rompieron todo. Que no les importó nada. En tres meses habían respirado lo peor del invierno, los niños sufrieron broncoespasmos, ellas neumonías. Era duro el camino para la búsqueda de una vida un poco mejor. En la villa, por una pieza, piden 10 mil pesos por mes.

Una nena con un carrito de muñecas los mira llegar y no entiende lo que pasa. Por las dudas se abraza al juguete. Los policías le pasan por delante, llevándose su casa. Ella mira esa violencia de la que su madre huyó para levantar dos chapas en la Containera.

Otra chiquita reclama delante de una cámara: “destruyeron el único inodoro que teníamos, que a mi mamá le costó un montón de plata. Que nos den una casa si quieren que estemos bien”. Lo dice a los gritos pero sin llorar. No tiene más que 9 o 10 y lo dice con una bronca que quema desde el adn, sorbida en la leche materna, marcada en las vísceras.

No les alquilan con chicos, dicen. “Así está la justicia: dejan al hombre en la casa y la mujer con sus hijos terminan en un parador". Por eso se juntaron 80 con sus 175 niños. Con sus tragedias aledañas. Lindantes y unidas parándose sobre la tierra. Sobre un pedacito de tierra. Basural y todo, pero de ellas. Un techito contra las penurias y las tormentas de esta vida. Pero entraron con topadoras. Les rompieron las casitas, las quemaron. Cuando las dejaron en la calle empezó a llover. El castigo parecía del cielo pero no lo era.

El castigo es pensado, planeado y puesto en marcha por la política de un sistema que no incluye a la porción más vulnerada de la sociedad. Esos que son casi 19 millones de pobres (la cifra del INDEC también apareció hoy) y cinco millones de indigentes. Esos que son seis de cada diez niños. Siete de cada diez en el conurbano. Los niños que hoy por la mañana, temprano, cuando hay que tomar café con leche e ir a la escuela, se quedaron en la calle, solos con sus madres, mojados, sin juguetes ni colchón para la noche. Sin ese futuro apenas que estaban armando entre todas. Con ellos.

Imagen: Somos Barrios de Pie CABA

 

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