Red Eco Alternativo ***

Asesinato laboral en frigorífico Bancalari

En los primeros días de junio el joven Jorge Bravo, de sólo 19 años, perdió la vida producto de la desidia patronal en el Frigorífico Bancalari, en la zona norte del conurbano bonaerense. En el programa Enredando las Mañanas, hablamos con Alexis Robledo, compañero de trabajo del joven que denuncia este asesinato laboral. Por Red Nacional de Medios Alternativos (RNMA).

Un asesinato laboral significa la muerte de un trabajador o una trabajadora en su puesto de trabajo y esto era evitable, totalmente evitable porque la patronal no generó las condiciones para que las personas podamos trabajar en situación más segura. En junio una denuncia que surge de la Lista Roja, en el sindicato de la Carne, da cuenta de un hecho tremendo que se llevó la vida de Jorge Bravo de tan solo 19 años. Días antes de que fallezca este chico, los docentes del Centro de Formación Integral de San Fernando, que es una escuela secundaria de chicos egresados de escuelas especiales, se pusieron en contacto con la familia para que Jorge retome los estudios. Pero Jorge estaba trabajando en el matadero, en la noria de maneas que desde hacía más de un mes los trabajadores reclamaban fuera reparada.

La industria es la que tiene mayor nivel de muertes en el trabajo. Las condiciones en casi todos los frigoríficos de la zona son indignas y peligrosas, como en Carcarañá, Rioplatense y Ecocarnes, denuncian desde la lista Roja, al tiempo que indican que el sueldo de un operario inicial está por debajo de la línea de pobreza mientras los negocios de las patronales exportadoras siguen en niveles récord.

Relato de un trabajador
Mi nombre es Alexis Robledo, trabajo en el frigorífico de Bancalari, planta faenadora, hace 11 años. Habíamos empezado a trabajar como cualquier día, había bastante faena. En un momento, mientras estaba en mi puesto laboral, empecé a escuchar gritos, corridas y demás, en donde todos se acercaron a un lugar en donde suben los animales y hay una distancia bastante grande, y se escuchaban como “uy, se cayó un pibe, se cayó un pibe”. Y nada, cuando nos acercamos, este chico Jorge, lamentablemente se había enganchado la ropa con una de las cadenas que hace circular y hace funcionar parte de lo que es la planta, y quedó atrapado. Quedó atrapado ahí, ya no se podía hacer nada, y la verdad que fue bastante impactante. Un pibe de 19 años, tenía toda una vida por delante, y fue bastante duro, bastante fuerte. Creo que hasta el día de hoy, tanto como yo y varios compañeros, estamos conmocionados, y no lo podemos creer. No podemos entender que haya pasado algo así, ¿no? La verdad que creo que es bastante injusto para nosotros, para la familia. Es muy duro. Y eso es por las condiciones en las que uno trabaja.

¿Dónde está lo único que importa?… Que la producción salga. Que en donde no terminamos de ser nada más que un número de legajo, nos terminamos acostumbrando a trabajar en condiciones que no son óptimas. Porque la realidad es que, en cuanto a seguridad, es un establecimiento que de a poco se va cayendo, que no hagan las reformas necesarias, que no se ocupan realmente como se tienen que ocupar. Y lamentablemente pasó esto. Que la verdad pienso, espero y creo que sea como un clic para empezar a ser más compañeros, a realmente preocuparnos por el que tenemos al lado. Porque de eso la empresa no se ocupa. Digo, y no creo que sea la única empresa que lo único que quiere es seguir produciendo.

Es bastante difícil afrontar esto y poder entender cómo seguir. Cómo se continúa, ¿no? No sé qué más puedo decir. No sé, me siento bastante mal, estoy triste, estoy enojado. Al día siguiente, aparentemente hubo una inspección en donde le marcaron un montón de falencias a la empresa, y clausuraron la parte de faena. Hasta que no corrijan, no se puede volver a trabajar. Así que hasta próximo aviso, por lo menos los que somos trabajadores de faena, estamos sin trabajar. Y hubo en una asamblea mucha discusión. Tiene que ser como el punto de inflexión, el punto de quietud para decir, ponernos firmes y exigir. Primero que se haga justicia también, porque donde estaba el muchacho no es un puesto de trabajo. No es un puesto que alguien tiene que ocupar. Ahí no tenía que haber absolutamente nadie. Eso funcionaba con un fusible, que cuando se cortaba el fusible, iban los muchachos de mantenimiento, tenían que resolver y después continuar. Entonces, que sean responsables los que se tienen que hacer responsables. Los que seguimos trabajando ahí, es ponernos firmes y exigir las condiciones. Que nos garanticen que esto no va a volver a pasar. Un poco de empatía, un poco de solidaridad. Preocuparnos y cuidarnos entre nosotros, porque la empresa no te va a cuidar. Para la empresa somos un número más, de hecho estaban desesperados por terminar de trabajar con los animales que quedaron colgados y era su única preocupación. No quiero exagerar, pero es lo que se presentía desde afuera, desde todos los compañeros convencidos que los delegados nos mandaron a nuestras respectivas casas. Después desde la empresa llovían mensajes a varios de los compañeros… “Che, vení, por favor, que tenemos que terminar de hacer esto”… Y el cuerpo todavía, el chico estaba atrapado ahí. Entonces esas son las cosas que te indignan, que te dan bronca. Te hacen entender un poco dónde está quedando el compromiso con las personas.

 

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