Chubut: “La producción de la meseta podría abastecer con alimentos desde la Cordillera al mar”

Una productora chubutense explica cómo, en vez de megaminería, se podría generar soberanía y justicia alimentaria aprovechando "un valle sumamente fértil por el suelo, por su cercanía al río y por la posición solar".

 

Por Mariana Chávez - Agencia Tierra Nueva 

Vivo en la localidad de Epuyén, en la zona de la Cordillera, en la provincia de Chubut. Trabajo como referente territorial de la Unión de Trabajadores de la Tierra en la zona de la meseta chubutense. Soy productora apícola y productora de fruta fina. También soy profesora de agroindustria en la Escuela Técnica de Cerro Radal en Lago Puelo. Enseño los procesos de industrialización apícola y también los procesos de agregado de valor en relación al tratamiento de fibras naturales en la producción animal y vegetal. Integro la Asociación Apícola de La Comarca.

La provincia de Chubut es extensa: entre la Cordillera y el mar está la meseta central. Esta zona es la más relegada: para los gobiernos, que las poblaciones que allí viven sean pequeñas es motivo de no inversión. El único proyecto productivo que pueden ver en este momento es el plan extractivista que promueve el gobierno provincial con el apoyo del gobierno nacional.

El valle del río Chubut, ya sea en la parte inferior como en la meseta central, que es el territorio que actualmente está en disputa, es una zona de un clima ideal para la producción de alimentos, de verduras, de frutas. El desafío de los pobladores es permanecer en estos territorios. Y es un desafío porque, al no estar presente el Estado, los caminos son intransitables. Hay muchas extensiones de ripio. La mayoría de los pueblos de esta zona tienen luz con generadores que funcionan con combustible, por lo que estamos a merced de que el Estado envíe el combustible.

La ausencia del Estado tiene como objetivo que se piense que la única salida que tiene Chubut es la explotación minera Los puestos sanitarios no tienen médico ni personal de servicio.

Nos dimos cuenta de que la hostilidad de este territorio ha sido encauzada por un ojo que siempre estuvo posicionado en la política extractivista. No solo vienen por el oro y la plata sino que está instalada una mina de uranio que, si comienza a funcionar, la contaminación de la zona será nefasta. No va a quedar nada.

Quienes promueven la megaminería en Chubut tienen un plan: es muy difícil vivir en el lugar, la gente es muy poca, son pueblos sacrificables porque no es costoso trasladar 150 familias a una ciudad para desarrollar la megaminería.

Pero este  Esto generaría soberanía y justicia alimentaria. En esta tierra fértil solo falta gente con ganas de trabajar. Que la acción inmediata que propone el Estado sea apretar un botón y que todo vuele por el aire y deje de existir no es la salida. Es un fin egoísta y ciego.

Alternativas

Una de las producciones que sostiene la informalidad de la economía es la cría de animales, básicamente de ovejas y de chivas. Esta producción se hizo siempre de forma agroecológica. Desde distintas organizaciones no gubernamentales se está tratando de acompañar ese desarrollo de producción ovina con métodos de rotación de pastoreo para que los campos no se agoten.

A través del Plan de Incentivos a la Agroecología comenzamos a producir cereal, ajo, zapallo, maíz. Los primeros ensayos dieron buenos resultados. También se está monitoreando un cultivo local que es el calafate, un arbusto con cuyas frutas se pueden elaborar dulces y jaleas.

En este lugar la Unión de Trabajadores de la Tierra desarrolla un proyecto de agroindustria y de tratamiento de fruta. Aquí llegan producciones frutales de la zona de la Cordillera y del Alto Valle de Río Negro y Neuquén. Nuestra idea es trabajar en el territorio agregando valor con elaboraciones nutricionales de una calidad necesaria ante la emergencia sanitaria y poder desarrollar conservas o derivados de las frutas que no pierdan sus propiedades nutricionales. el equipamiento de la sala es caro, pero tendría un beneficio enorme en la salud comunitaria. También permitiría reactivar la economía de la gente del pueblo de forma sustentable.

Además estamos ofreciendo hospedajes campesinos para que la gente pueda tener una experiencia de volver a la ruralidad. Es lo que mucha gente está necesitando para reconectarse y revincularse consigo misma.

Quienes históricamente habitan este lugar son personas que se sentían olvidadas, desplazadas, alejadas de las posibilidades que ofrece una ciudad. Sin embargo, que ahora esté llegando gente a visitar este lugar tan alejado y con ese perfil de hostilidad que le han impuesto, hace que las personas locales vean su propio lugar y su propia vida con la admiración y la capacidad de contemplación que le otorgan quienes vienen a visitar.

Existe una alternativa saludable, sustentable, que permitiría el desarrollo armónico y que impulsaría las economías regionales en torno a la producción de alimentos y a que una persona que vive en la ciudad pueda llegar a descansar, a desconectar y a conectar con una vida más saludable.

No a la megaminería

El rechazo a la megaminería se sustenta en que acá hay historia, hay vida y gente con ganas de generar un montón de oportunidades para todas y para todos, no solo para una empresa que además de dejarlo todo muerto se va a llevar la vida que existe.

Es necesario que estas tierras sean puestas en valor por la sociedad en general y no solo por las familias que están resistiendo históricamente en el territorio. Hostil no es nuestra tierra: es el Estado ausente.

Que “aquí no hay nada” lo dicen personas que no nos ven, pero estamos acá y vamos a seguir plantados, defendiendo que el agua y la tierra son para la producción de alimentos saludables al alcance de todos y de todas.

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