Moni Pizani: “La violencia contra las mujeres y niñas es una pandemia global”

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Abogada y venezolana, con una maestría en gerencia de programas sociales y una larga experiencia en temas relacionados a la violencia de género, desde hace dos años es la representante de ONU Mujeres en Ecuador. Advierte que las mujeres deben prestar atención a los celos de sus parejas, la desconfianza, el control, los deseos y la subestimación de sus opiniones. “No deben permitir que se normalicen estas situaciones”, señala.

(Por Juan Ignacio Orúe - Especial para Red Eco) Desde Ginebra, Suiza. El terremoto de 7.8 grados que sacudió a Ecuador el 16 de abril pasado en la provincia de Manabí, al norte del país, afectó a más de un millón de personas, en su gran mayoría mujeres y niños. Ante la emergencia la oficina ONU Mujeres se puso a disposición de las instituciones del Estado para atender a las afectadas y enfocó toda su ayuda desde una perspectiva integral de género.
-Los abusos de las sociedades patriarcales se exacerban en situaciones de catástrofe, dijo al respecto Moni Pizani, representante de ONU Mujeres en Ecuador, el 21 de junio pasado en un panel que se desarrolló en el Palacio de las Naciones Unidas, en Ginebra, Suiza.
-Por eso realizamos una coordinación transversal con enfoque de género. Ayudaron policías y militares mujeres. Las afectadas recibieron asistencia psicológica y una capacitación en albañilería y construcción. Las hemos empoderado porque es fundamental reconocer el liderazgo femenino- agregó la especialista-, que además compartió el encuentro con la embajadora ecuatoriana ante Naciones Unidas, María Fernanda Espinosa Garcés, entre otras referentes del tema.
Abogada, venezolana y ex Directora Regional para América Latina y el Caribe, Pizani cumplió recientemente dos años en el cargo y previamente se desempeñó en el sudeste asiático.
-Es importante que las mujeres sepan reconocer los signos de violencia y que no permitan que se normalicen situaciones como celos, desconfianza, control y subestimación de opiniones, deseos y roles- señala en diálogo con Red Eco.
-¿Cambian los problemas de las mujeres en relación a la violencia de género según el continente y las geografías?
La violencia contra las mujeres y las niñas es una pandemia global, es decir que no reconoce fronteras geográficas, diferencias socioeconómicas, orígenes étnicos ni de ningún otro tipo. Los tipos de violencia que enfrentan las mujeres son casi los mismos en todo el mundo, es decir: física, psicológica, sexual y patrimonial principalmente. Ahora bien, las formas en las que se expresa esta violencia es la que cambia entre un país y otro, así como su prevalencia.
-¿Qué balance puede hacer de su gestión en Ecuador?
En términos generales ha sido muy satisfactoria, hemos tenido la oportunidad de apoyar al Estado ecuatoriano a dar pasos significativos en la consolidación de sus compromisos con respecto a los derechos de las mujeres. Nuestro trabajo es brindar asistencia técnica y apoyo al Estado para dar cumplimiento a los compromisos internacionales que ha adoptado como la Convención para la Eliminación de todas las formas de Discriminación contra la Mujeres (CEDAW) y la Plataforma de Acción de Beijing, en este sentido la facilitación de espacios de diálogo y convergencia entre los diferentes actores durante estos dos años ha dado importantes resultados, por ejemplo el diseño y puesta en marcha del mecanismo interinstitucional del seguimiento de la implementación de las recomendaciones del Comité de Expertas de la CEDAW.
¿Por qué decidió enfocar su tarea en la violencia de género?
Porque considero que todas las personas debemos trabajar los 365 días del año para eliminar la violencia contra las mujeres ya que es la forma más extrema de discriminación y reproduce la desigualdad sistemáticamente. Ahora que los Estados parte han adoptado la Agenda de Desarrollo Sostenible 2030, tenemos una nueva oportunidad para hacer del mundo un lugar libre de violencia, discriminación y desigualdad, no podemos endosar esto a las generaciones que vienen. Debemos dar el paso ahora.
-¿Alcanzan los esfuerzos estatales y de las ONGs en relación a este problema?
Los esfuerzos que se han hecho tanto desde el Estado a través de la normativa, como desde la sociedad civil a través de proyectos y campañas han sido fundamentales. Hoy por hoy, los impactos de la violencia contra las mujeres tanto en las víctimas como en la sociedad forman parte del debate público y del accionar político, eso se lo debemos en general a las organizaciones de la sociedad civil quienes han trabajado desde hace más de 40 años de forma sistemática.
-En Argentina se han hecho dos marchas “Ni una Menos” con miles de personas frente al Congreso Nacional y los números de asesinatos aún son pavorosos.
Pues estas marchas, como otras expresiones de la sociedad civil a través de las cuales la ciudadanía exige al Estado cumplir con su rol de garante de derechos, son importantes termómetros que permiten una toma de decisiones, en el ámbito político, más acertadas y muchas veces más rápidas.
-¿Pero qué se ha conseguido?
A nivel mundial se han conseguido grandes logros en torno al tema de la eliminación de la violencia contra las mujeres. Uno de los principales ha sido incluirla en los marcos normativos legales como un delito penado. Al menos 119 países han aprobado leyes sobre violencia doméstica, 125 tienen leyes sobre el acoso sexual y 52 tienen leyes sobre la violación conyugal. Sin embargo, contar con una ley no es garantía de que esta se respete o que implemente los estándares y las recomendaciones internacionales. En la actualidad los sistemas de justicia en casi todo el mundo castigan a los agresores, sin embargo, es necesario trabajar más para acabar con la impunidad en los casos de violencia contra las mujeres, impulsar a las víctimas a denunciar los hechos violentos y a exigir sus derechos. Podremos decir que los esfuerzos que hacemos han sido suficientes cuando no haya ni una mujer, ni una adolescente, ni una niña que corra el riesgo de ser atacada o asesinada por el simple hecho de ser mujer, mientras tanto todavía hay trabajo que hacer.

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