Osvaldo Vigna: poesía, autoedición, música y atentados poéticos

Osvaldo Vigna visitó Radio FLIA en los estudios de La Tribu el 28 de septiembre y llenó el aire de poesía al recitar algunos de los poemas de su último libro “Reunión” (Nulú Bonsai, 2014). Repasó los años compartidos durante los atentados poéticos realizados junto al “Comando literario” y el colectivo “Verbonautas”.  Radio FLIA - Red Eco Alternativo.

(Radio FLIA - Red Eco) Buenos Aires. En el marco de su visita, Vigna también habló de su admiración a José Sbarra y de su íntimo amigo Vicente Luy. Actualmente, combina poesía y música, proyecto que surgió primero con el grupo “Esquizodelia” y luego en un formato más acústico con “Poesía en las cuerdas” junto a Diego Moller en violín y Cristian Remec en guitarra.

Radio FLIA (RF): ¿Qué libro hay en tu mesita de luz?
Osvaldo Vigna (OV): En la mesita de luz está la antología de poetas infrarrealistas publicada por Nulú Bonsai. Los infrarrealistas son un movimiento muy activo que se gestó a principios-mediados de la década del ’70, con un estilo que me llega muchísimo porque, evidentemente, fueron muy influenciados por los beatniks, no desde la repetición sino a partir del florecimiento dado por la absorción. Roberto Bolaño, por ejemplo, fue parte de este grupo.

RF: ¿Cómo te enteraste de este movimiento o cómo llega el libro a tus manos?
OV: Una vez leí en un suplemento dominical cuatro versos de un libro de Mario Santiago Papasquiaro; eso alcanzó para que en la semana vaya al centro y empezara a recorrer librerías. Conseguí el libro “Jeta de santo: antología poética 1974-1997” (Fondo de Cultura Económica, 2008), quedé muy impresionado con sus textos.  Ahí me enteré que Papasquiaro había pertenecido al movimiento infrarrealista y empecé a investigar en internet. Después de eso, fue Sebastián Goyeneche quién me regaló la antología entre otros libros mientras trabajábamos en la edición de “Reunión”.

Las Máquinas
“¿Quién creó las máquinas?
¿Las máquinas tienen alma?
¿La carne es alma almacenada?
¿Las máquinas se alimentan con picadillo de almas?
¿Los pastores electrónicos venden hostias para máquinas?
¿Sueñan los pastores electrónicos con ovejas humanas?
¿Cuántos discos rígidos caben en el alma de un papa?
¿Cuánto pagaríamos por una máquina que nos obture la angustia?
¿Las drogas para máquinas son de venta libre o clandestina?
¿El papa negro que habita las profecías de Nostradamus convida hostias digitales a los maquinistas de almas humanas?
¿Bill Gates es una máquina humana o la cara humana de una maquinaria sangrienta y sin alma?
¿Microchip o músculo?”
OSVALDO VIGNA

RF: Este poema se encuentra en “Reunión” (Nulú Bonsai, 2014). ¿Qué reúne este libro?
OV: Reúne los poemas incluídos en los cinco libros que autoedité. El criterio de selección fue trabajado junto a Sebastián Goyeneche y fue él quien le realizó un corte final al escribir el prólogo. “Reunión” es un libro que aprecio mucho; me siento muy contento de darlo a conocer, de poder mostrarlo.

RF: Anteriormente citaste como ejemplo “El circo de poesía” de José Sbarra, como un espacio donde se buscaban recursos que estuvieran más allá de las palabras…
OV: José Sbarra fue un gran escritor y productor, con un corazón inmenso que logró que muchas personas logren expresarse.  Es alguien por quien tengo un amor y agradecimiento especial porque es uno de los poetas del under rockero de los ‘80 que junto a Tom Lupo y Enrique Symns pudieron sostener esa cultura hasta hoy. Él está invisibilizado por su muerte prematura, por eso me propuse militar sobre su figura y confluir con aquellos que quieran realizar un festival, una noche de José Sbara o algo parecido; me parece importantísimo porque dio oportunidad a muchas personas que actualmente siguen en la escena de la poesía, de la contracultura.  “El circo de poesía” fue su espacio de poesía por bares de San Telmo y por el mini teatro de la Facultad de Psicología. Él invitaba poetas a participar, los impulsaba y enseñaba a usar elementos durante el recitado y a decir las palabras en su justa medida, con el peso adecuado, como si la palabra fuera un músculo, como si tuviera un peso de piedra.

RF: ¿Cómo plasmar la parte performática de la lectura de un poema en la escritura, en este libro por ejemplo?
OV: Es un proceso inverso. En mi experiencia, primero es la escritura y después pensar la interpretación. Al escribir a veces viene la inspiración y a veces no. Actualmente trabajo más por sedimentación, es decir, tengo cinco o seis poemas iniciados que voy masticando, los ataco uno por uno y voy agregando o sacando ideas.

RF: ¿Lees para escribir?
OV: Si, soy una persona muy influenciable por lo literario. Si pasa tiempo y siento que no me sale nada, automáticamente recurro a ideas que en su momento me movilizaron para lograr  que algo brote en mí; desde los malditos franceses hasta una letra del Indio Solari.

RF: Trabajaste con muchos colectivos, ¿Cómo es el proceso de escribir poesía siendo parte de un grupo?
OV: Creo en lo colectivo. Con “Verbonautas”, uno de los colectivos que tuve la suerte de formar parte, no nos proponíamos escribir a la par sino que trabajábamos la reunión de individualidades que luego formaban el grupo. Los cadáveres exquisitos de las noches en que nos juntábamos eran los elementos que producíamos en conjunto y están reunidos en “Verbonautas: acción poética” (Buenos Aires: Eudeba y Libros del Rojas  – 1999).

RF: La antología “Verbonautas” ya no se consigue más, ¿No?
OV: No sé dónde se consigue. Me imagino que en algún subsuelo de alguna librería de Buenos Aires habrá muchos ejemplares. En su momento la edición fue de dos mil ejemplares.
Me sorprendí el año pasado cuando armé la mesita con mis libros en la presentación de “Reunión” en El universal y vendí dos o tres; hay un interés especial por “Verbonautas” a causa del “engorde del mito” (dicho por Hernán, coequiper en Verbonautas, militante del antimito), pero también entiendo que las ideas se van engordando a medida que se hacen conocidas.

RF: ¿Cuáles son las ideas que crees que actualmente son recuperadas de “Verbonautas”?
OV: Las que quedan por el proceso mismo del mito clásico, porque las ideas se van engordando, se habla de cosas que no ocurrieron, se tergiversan cosas y a medida que vamos tomando distancia queda un halo magnífico y épico de aquellas personas que iban a leer poesía a un bar, pero también estaban equivocados porque esos hechos son anteriores a “Verbonautas”. Los ‘atentados poéticos’ lo hacíamos con el “Comando literario”, núcleo fundador de lo que después fue Verbonautas, formado por Pablo Folino, Karina Cohen, Palo Pandolfo y yo. Con ellos realizamos entre quince y veinte atentados poéticos durante seis meses en diferentes lugares públicos de Buenos Aires.

RF: ¿Qué es un atentado poético?
OV: Un atentado poético sería, por ejemplo, salir de acá, ir a la carnicería de acá a la vuelta,  interrumpir con: “Buenas noches, soy el pez que por la boca muere pero el que nada contra la corriente”, automáticamente las personas se asombrarán, después vos decís tu poema, las personas seguirán aún más asombradas y algunos aplaudirán u otros se irán. Nosotros pensábamos que cuando hiciéramos eso nos iban a cagar a trompadas pero no fue así porque Buenos Aires es muy respetuoso de la poesía, y por suerte, siempre recibimos aplausos y cariño.
 
RF: Como estamos dentro del espacio de la FLIA nos interesa saber por qué autoeditaste tus libros…
OV: Porque fue la única manera. Me costaba mucho más proponérselo a alguien, ir a la editorial, comerme esa burocracia; aunque actualmente la realidad es otra y existen muchas editoriales buena onda. En ese momento que me autoedité no había tantas editoriales de poesía, solo abundaban las clásicas y no me interesaban. Nosotros estábamos con toda la movida de “Verbonautas” y teníamos el público, los canales, la energía, las ganas y vendíamos los libros en los recitales y no nos importaba que llegue a las librerías sino la idea se fundamentaba en el hecho de que el material estuviese en esos momentos.

RF: ¿Cómo es el proceso de rever todo lo escrito? ¿Los seguís corrigiendo?
OV: Los sentimientos están ahí y los revisito, me parece algo muy lindo. No corrijo aunque me dan ganas, pero hago como Borges, que editaba para no seguir corrigiendo.

RF: Vicente Luy es otro de los grandes poetas que se están recuperando ahora, también atravesado por el mito clásico pero necesario de releer…
OV: Fuimos íntimos amigos con Vicente. El libro está dedicado a él, abre con un poema que le escribí; me acuerdo que fue a los pocos días que se marchara de la tierra, y un tiempo después lo musicalizamos con un tema de Neil Young de fondo que trajeron Moller y Remeck como propuesta. Vicente bregaba para que la poesía fuera popular, él pretendía que la poesía fuera una cosa como leer la tapa del diario, que en la tapa del diario hubiera un poema diariamente, de hecho, escribió el  libro “Poesía popular Argentina” (CICL - 2009) y trabajó muchos años intentando hacer de la poesía algo más tangible y conocido. A mí me parecía muy pretenciosa su propuesta y siempre discutíamos sobre esto. Por este impulso popular, lo que se precipitó después de su muerte fue su aparición a primer plano porque salió en todos los medios, su figura se hizo en alza, y a partir de ahí, sus poemas son recuperados y reinterpretados.

RF: Hace muchos años que combinas música y poesía, ¿Cómo surgió esta idea?
OV: La música aparece en un momento de enojo en la etapa final de “Verbonautas” porque recitábamos pero las personas no nos daban ni pelota. Fue durante la presentación de mi segundo libro “El deseo es un tajo” (2001) que decidí realizar casi una obra de teatro, idea compartida junto a distintos grupos de personas, entre ellos Marcelo Rossi, documentalista de “Verbonautas” que además es músico ; a él fue a quien le propuse después de la presentación del libro tapar el bullicio de las personas con guitarra eléctrica y fue con quien luego en “Esquizodelia” pretendimos experimentar y mezclar con la palabra casi un formato de banda de rock. Este formato luego resultó bastante complicado por lo técnico de la música, sin ser músico muchas noches me tocó cantar, sumado al esfuerzo que conlleva el hecho de cargar con todos los equipos. Así fue que di un giro hacia lo acústico con “Me cago en el ovispado” y “El francotirador”, canciones que se encuentran en Bandcamp que terminaron formando parte de “Poesía en las cuerdas”, disco que actualmente estoy presentando junto al trío formado por Diego Moller en violín y Cristian “el colorado” Remec en guitarra.

RF: ¿Podemos encontrar el disco en internet?
OV: No, todavía no está en internet pero lo vamos a subir. Todavía ni siquiera lo repartimos, estamos en la segunda etapa, la que a todos nos cuesta; que es la de ir a llevarlo a un par de lugares para informar en qué lugares luego se podrá conseguir, etc…

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