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Un pueblo convertido en símbolo de la lucha por la tierra en Paraguay

Tras años de lucha y ocupaciones de estancias, comunidades campesinas del norte de Paraguay consiguieron establecer asentamientos rurales convertidos hoy en auténticas localidades con funcionamiento cooperativo.

(Loic Ramírez – El Salto) Paraguay - Sentados en círculo bajo la sombra de los árboles, el pequeño grupo de agricultores se ha reunido a media mañana. A sus pies, un perro desplomado busca el frescor de la tierra, mientras unas cuantas gallinas hambrientas deambulan entre las piernas de los asistentes. La reunión está presidida por Eulalio López, un dirigente campesino del pequeño pueblo en el que nos encontramos, en el departamento de San Pedro, llamado Agüerito. Sentado en la única mesa dispuesta para la ocasión, toma notas y da la palabra a quienes se la piden. Todos hablan en guaraní, no en español, porque en el interior de Paraguay predomina la lengua de origen indígena. A nuestro alrededor, una simple carretera y algunas casas forman el paisaje.

“¡Todo lo que ves aquí es fruto de la lucha! La tierra, la escuela, el puesto de salud, el agua corriente, ¡todo! Aquí no se ha regalado nada”, explica Eulalio, aprovechando la pausa del almuerzo para explicar la historia de la comuna. Nacido en 1969, en el departamento de Concepción, Eullio comenzó su andadura militante siendo un chaval de 17 años en la pastoral social. Allí se formó clandestinamente en la lucha campesina y en técnicas organizativas, ya que en aquella época la brutal dictadura de Alfredo Stroessner sofocaba toda actividad política opositora. Cerca de ocho millones de hectáreas de tierras paraguayas fueron repartidas entre más de 3.300 familias afines al gobierno durante este periodo, un caso de usurpación conocido como el de las “tierras malhabidas”, que privó a muchas familias de los recursos necesarios para su subsistencia. “La principal causa que nos animaba era la cuestión de los campesinos sin tierra, y cuando cayó la dictadura, empezamos las ocupaciones de tierras”, cuenta Eulalio.

En mayo de 1990, el activista participó en una de las acciones y ocupó, con más de cien familias, un latifundio de 38.000 hectáreas, propiedad de una empresa brasileña especializada en la cría de ganado llamada Mate Larangeira Méndes del Paraguay S.A. “La estancia se llamaba Agüerito, y resistimos durante casi dos meses”. En julio, el Estado decidió enviar al ejército para desalojar definitivamente a los ocupantes. Eulalio y otros 13 dirigentes fueron encarcelados.

“La situación era muy dura, dormíamos en el suelo y nos daban pienso de vaca, ¡nos trataban como animales!”, cuenta. Al cabo de seis meses, bajo la presión de las manifestaciones, los activistas fueron liberados. Apoyados por diversas organizaciones de izquierda, los campesinos pidieron al Parlamento que expropiara las tierras no cultivadas. Pero fue en vano. Justo cuando estaban a punto de reanudar las ocupaciones de tierra en el departamento de Concepción, Eulalio López y sus seguidores recibieron una propuesta de los administradores de la empresa brasileña. “No hubo expropiación, pero a cambio nos ofrecieron darnos varias hectáreas en otro lugar”, recuerda el campesino.

Durante las negociaciones, la decisión de aceptar fue rápidamente asumida entre los agricultores. “Si nos negábamos, a nuestros adversarios les habría resultado fácil decir que no queríamos trabajar, que solo buscábamos el conflicto. Habríamos perdido fuerza en caso de una nueva ocupación”. Así que en 1992, tras aceptar la oferta, él y varias familias se instalaron en un terreno de 3.000 hectáreas situado en el departamento de San Pedro. Una vez allí bautizaron el lugar con el nombre de la propiedad donde había tenido lugar el primer enfrentamiento, “Agüerito”

Sentado en una silla de plástico, mirando al suelo como para reafirmar su apego a la tierra, Elbio Benítez dice: “Nos tiraron aquí, sin más, era un territorio muy aislado, casi imposible sobrevivir”. Este hombre de 57 años es también dirigente campesino de la comunidad guaraní de Tava, situada a menos de diez kilómetros de Agüerito. Está formada por 200 familias y fue fundada en 1991. “Como todas las comunidades aquí en el norte, lo que se ha obtenido fue a batallazo y todavía hoy, es una guerra permanente para permanecer aquí”. El principal enemigo, según Elbio, es el modelo económico del monocultivo, que se ha impuesto en casi todo el Paraguay. En 2015, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el 58% de las exportaciones del país fueron de soja, carne y algodón. Sólo la soja ocupa el 80% de la tierra cultivable, según la ONG Oxfam. “Zonas enteras están contaminadas a causa de las fumigaciones aéreas, la gente enferma, hace 30 años bebíamos agua del río, pero ahora tenemos que construir pozos”, lamenta Elbio.

Nota completa: https://www.elsaltodiario.com/paraguay/paraguay-norte-reportaje-campesinos-guerrilla-del-epp

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