Postales de explotación infantil y trabajo esclavo recorren el territorio nacional
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- Categoría: Trabajadores
- Publicado: Jueves 11 de Noviembre de 2010
(Débora Sayanes – Red Eco) Misiones – Entre Ríos- CABA - Familias enteras, en la provincia de Misiones, esperan que sea época de cosecha para trabajar en los yerbatales. Los empresarios parecen no discriminar, aceptan hombres, mujeres y niños en pésimas condiciones laborales. Sus puestos duran seis meses al año en cosecha a mano, trabajo en negro y jornales de esclavitud.
En Guatambú, Aguí Lascano, delegado sindical de los trabajadores tareferos, en pocas palabras, supo describir la situación en la que viven: “Cobramos entre 450 y 600 pesos en tiempos de cosecha. El resto del año nos cagamos de hambre”.
Los tareferos tuvieron que armar un sindicato ya que no se veían representados por UATRE (Unión Argentina de Trabajadores Rurales y Estibadores), gremio que lidera el patrón duhaldista Gerónimo Momo Venegas. De esta manera, comenzaron a movilizarse, realizaron cortes de ruta en Misiones y fueron hasta Buenos Aires para denunciar públicamente la explotación que sufren año tras año trabajando en los yerbatales, el hambre que padece gran parte de la población misionera y los niños que mueren por desnutrición.
A lo anterior se le suma que durante dos años, los trabajadores no cobraron asignaciones familiares producto de una estafa de sus patrones al ANSES. Resignados ya a encontrar respuestas por parte del Estado debido a que los dueños de los yerbatales suelen ser los intendentes, los presidentes de los Concejos Deliberantes o los gobernadores.
Cuando el gobernador Maurice Closs puso en marcha el Programa Hambre Cero, los trabajadores le enviaron una carta afirmando: “Con hambre no se puede pensar, con hambre no se puede trabajar, antes del mediodía, señor Gobernador, en los yerbales el hambre se siente tanto que nos cuesta el doble o el triple juntar el raído. De hambre nos estamos enfermando y muriendo. Ojalá podamos ver ese tiempo del Hambre Cero, peleamos todos los días para que eso pase y para que nuestros hijos y nietos no sigan viviendo y trabajando en las condiciones que lo hacemos hoy nosotros y lo hicieron antes nuestras madres y nuestros padres”.
A pesar de las cifras, casi 250 niños mueren al año y otras 6000 personas están en peligro, las respuestas por parte del gobierno aún se hacen esperar mientras aumenta la desnutrición y el hambre de la mano de las ganancias de los empresarios.
La explotación infantil se extiende por el territorio argentino, niños de Santiago del Estero con engaños y documentos falsos viajaron hasta Entre Ríos para trabajar en la cosecha de arándanos. “Lamentablemente no saben dónde están; los cargaron en un colectivo, en un camión y los trajeron acá y los abandonaron, los hacen trabajar”, manifestó Carlos Velásquez, inspector de fiscalización del Sindicato Obrero de la Fruta.
Velásquez fue quien detectó, a partir de un operativo, la presencia de menores en los campos de arándanos, niños no sólo de Santiago del Estero sino también de Misiones y Chaco.
Los operativos se realizaron en fincas, donde las empresas contratistas “están por fuera de la ley, no pagan la obra social, no pagan los aportes a la AFIP, no pagan nada”, sostuvo el inspector.
La reducción a servidumbre y engaño se repite, la Asociación Civil La Alameda y el Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE) denunciaron trabajo esclavo y explotación infantil en la empresa avícola Nuestra Huella S.A. luego de la internación de Ezequiel Ferreira, un niño de seis años que contrajo cáncer producto de la manipulación de agroquímicos.
La denuncia se realizó, este lunes, ante el fiscal de Campana, Orlando Bosco, contra las dueñas de la empresa avícola Nuestra Huella, Alejandra López Camelo, Leticia Esther García de Luaces y Luz Luaces.
Nuestra Huella S.A., es la principal empresa avícola del país, con una facturación que supera los 400 millones de pesos al año y exporta su producción al primer mundo. A través del engaño y pésimas condiciones laborales, contrata empleados, generalmente migrantes bolivianos o de alguna provincia del norte argentino, para instalarse en las granjas con sus familias que indefectiblemente se verán obligados a trabajar para alcanzar los cupos de producción exigidos por la empresa. Gustavo Vera, titular de La Alameda, señaló que el niño Ferreira trabajaba en la granja y "fue traído desde Misiones con toda su familia para trabajar, a principios de 2008, trabajan allí el padre, la madre embarazada y dos hermanitos del niño, las empresas les prometen casa y comida a cambio de dinero y cuando vienen acá se dan cuenta que para eso tiene que trabajar toda la familia".