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Desobedeciendo las estructuras: feminismo y artes marciales  

En las artes marciales el verticalismo y la obediencia forman parte de la filosofía del entrenamiento. Además, mayoritariamente quienes se encuentran en las cimas de esas pirámides son varones. Por eso el feminismo cala hondo y mueve las estructuras, desafiando las bases de la construcción occidental de las artes marciales. Para este especial de 8 de marzo conversamos con practicantes y entrenadoras de distintas artes marciales y deportes de contacto para conocer cómo les impacta esta fecha a ellas y cómo lo viven en sus espacios. Por “Mujeres y disidencias en artes marciales y deportes de contacto” para Red Eco.

(Por “Mujeres y disidencias en artes marciales y deportes de contacto” para Red Eco) – Argentina - A partir del Encuentro Plurinacional de Mujeres y Disidencias, que se realizó en La Plata, en 2019 se formó una colectiva vinculada a las artes marciales. Con referentes de distintos lugares del país, de diferentes escuelas y estilos marciales, venimos desde entonces reflexionando y actuando sobre las violencias en los espacios de entrenamiento. 

Para este especial de 8 de marzo, 4 mujeres de entre 24 y 44 años dieron su voz y compartieron su sentir alrededor de esta fecha y los derechos. 

Si bien dos de ellas formaron parte desde jóvenes de espacios de militancia orgánica, al crecer se distanciaron de ellos “por cuestiones vinculadas al género” o por “cuestiones de circulación del poder al interior del partido que no eran estrictamente de género, pero donde el género tenía incidencia”. 

Los espacios de militancia tradicionales están perdiendo su capacidad de contener nuestras demandas y, por el contrario, el feminismo, las luchas por los femicidios y el aborto legal, seguro y gratuito, permiten que mujeres y otras identidades se sientan identificadas y sumen voluntades. Como expresa claramente Guada: “Fueron las luchas colectivas que más me unieron a trabajar en conjunto con otras pibas, ver que teníamos diferencias pero objetivos comunes que eran más importantes y urgentes como que nos dejen de matar o que podamos volver a casa sin miedo de que no llegue el mensaje de la otra diciendo 'llegué'”. Mora también nos cuenta que se siente interpelada desde el feminismo: “Me fui acercando más a las cuestiones de género porque me sentía interpelada en lo personal y también porque lo veo como un espacio en expansión donde se puede construir sin reproducir los vicios de los espacios tradicionales”. 

¿Cuáles son esos vicios de los espacios tradicionales que queremos redefinir? ¿desde dónde, para quién y con quién construimos espacios con prácticas liberadoras?

También para aquellas que no han militado en forma orgánica, las luchas del movimiento de mujeres y disidencias calaron hondo. Es el caso de Malena: “Los años previos a la pandemia significaron un profundo quiebre personal que provocó, entre otras cosas, un profundo cuestionamiento sobre el verticalismo y el poder en las artes marciales, así como sobre el significado del respeto y la relación instructor / estudiante, así como de las necesidades y prioridades sociales dentro y fuera de la práctica. Ese cuestionamiento fue impulsado irónicamente por practicantes que cuestionaban mis formas de práctica y de enseñanza”. 

Más allá de los importantes significados históricos, en los últimos años el 8 de marzo se ha convertido en una fecha emblemática, un lugar de encuentro que, como dice Guada, “me encuentra en la lucha con un montón de otrxs que estamos en la misma, pero que no tiene una sensación de pesadez o tristeza, sino de empoderamiento y de acá estamos y no van a volver a callarnos, que me resulta muy liberadora y cargadoras de pilas”.

Para Felicitas el 8M es también un espacio “para afianzar mi red cercana de compañeras y fortalecer la necesidad de lucha”.

Mora además nos cuenta una historia especial alrededor del 8M en el 2018, cuando se realizó una toma de casi 60 días en el INTI debido al despido de 330 trabajadores y trabajadoras. En esa oportunidad, ella dio un taller de autodefensa para las compañeras, lo que considera su primera experiencia de articulación entre militancia y artes marciales. 

Pero este 8M va a ser especial, a pesar de la apertura de actividades, la pandemia sigue en pie y sus riesgos siguen estando latentes. En los espacios de entrenamiento, como en los demás, la pandemia profundizó desigualdades, pero también habilitó nuevos intercambios. Felicitas cuenta entre el saldo positivo que en su organización fue “una buena excusa para comunicarnos y compartir a través de la virtualidad”. La pandemia y el aislamiento forzado también permitió el autoconocimiento, la reflexión, el encuentro desde otro lugar, los debates y también la participación en espacios lejanos físicamente, como en el caso de Mora, que participó del taller de autodefensa de Maca Orellana, campeona chilena de kickboxing, que considera que fue muy enriquecedor. Destaca además que “la posibilidad de entrenar 'desde casa' permitió que se acercaran a las artes marciales y la autodefensa  mujeres que en circunstancias normales no se hubieran animado”.

En las artes marciales, como en otros espacios, muchas mujeres abandonan los espacios por la violencia que reciben o por la poca perspectiva de crecimiento: los espacios de liderazgo están reservados a varones cis y las mujeres deben circunscribirse al rol de educadoras, casi siempre de categorías de menores de edad. Sin embargo, cuando alguna decide enfrentarse a esto, cuando comienza a hablar de temas que incomodan, que ponen en jaque los privilegios de los varones en estos espacios, cuando se enfrentan las violencias con argumentos y debate, el precio de esa exposición puede ser muy caro para esa compañera. La soledad en el espacio, el cuestionamiento de los roles en general termina generando que nos vayamos del espacio. 

Aún hay mucho por hacer, y el feminismo llegó a las artes marciales para socavar las estructuras violentas y verticalistas. Pero ¿por dónde seguimos? ¿qué podemos hacer? ¿mover las estructuras es romper la tradición y la cultura de las artes marciales? Quizás sí, pero seguramente podamos reconstruir los valores de las artes marciales desde un lugar respetuoso para todes. Como nos explica Male: “Es importante impulsar el entendimiento del respeto, no como reproductor de la estructura verticalista, sino de la consideración hacia las demás personas y su forma única de ser en el mundo”. 

Feli, quien además está abocada a la tarea de abrir un nuevo dojo (espacio de entrenamiento) en Argentina con atención a prácticas respetuosas y no machistas, extiende las demandas a los deportes en general: “Hacer visible que en el juego y en los deportes también existen relaciones de poder y micromachismos es interesante para poner sobre la mesa estos temas”.

Y en este sentido, hacer visibles y cuestionar ciertas prácticas en los espacios de artes marciales es también una forma de entender, enseñar y practicar la autodefensa.

 

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