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“La política tributaria actual es parte del modelo neoliberal”

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“Un asalariado con 15 años de  antigüedad soporta una presión tributaria por parte del Estado Nacional superior al 40%, más de  lo que paga una empresa multinacional sobre sus utilidades (35%)”. Así lo afirma Juan Pablo Ruiz, autor de El salario no es ganancia.


En la actualidad, un trabajador y su familia pagan el 21% de IVA sobre todo lo que consumen, 17% de aportes sobre sus salarios con destino a la seguridad social y además las retenciones de ganancias sobre lo que cobran de bolsillo. El 30% de los trabadores registrados son alcanzados hoy por este impuesto. Ese porcentaje era del 3,4 durante los 90 (menemismo) y del 8,1 en el 2001 (presidencia de La Alianza).

Compartimos la entrevista realizada por el periódico de la CTA


Para repasar la historia, ¿cuándo nació el impuesto a las ganancias y en qué contexto social y político?

JPR: La ley de impuesto a las ganancias surge en el año 1973, durante el último gobierno de Perón. Lo primero que hay que destacar es que dicha ley pretendía gravar las “ganancias, rentas, enriquecimientos, beneficios” de las empresas y no a los trabajadores como es actualmente.
En dicha ley se incorpora la cuarta categoría (que grava las “ganancias” provenientes del trabajo en relación de dependencia).
Pero el objetivo de dicha incorporación no era gravar el salario de los trabajadores sino evitar que las empresas eludan el pago del impuesto mediante las subas de los “salarios” de los miembros de los directorios de las empresas. De esa manera las empresas realizaban una especie de “adelanto de utilidades” haciendo figurar como “salarios” los sueldos de los directores, que en muchos casos eran también dueños de las empresas. Con ese objetivo se incorpora la cuarta categoría.
En la actualidad, el gobierno usa la redacción defectuosa de la ley del año 1973 para gravar cada día a más trabajadores registrados. Aclaro que es defectuosa la redacción de la ley porque en los cargos directivos y gerenciales de las empresas no existe la subordinación técnica y jurídica que exige todo contrato de trabajo. Y si no hay contrato de trabajo tampoco hay salario.
Hoy en día, ¿a cuántos trabajadores alcanza?
JPR: La cantidad aumenta día a día, a medida que se incorporan las sumas provenientes de las negociaciones salariales, que en muchos convenios es escalonada. Como ejemplo hay que  mencionar que en la década menemista el 3,4 % de los trabajadores registrados pagaba ganancias;  en el año 2001 trepa al 8,9 %, siendo en la actualidad el 30% de los trabajadores registrados.  Teniendo una suba pronunciada desde el año 2007 en adelante.
Las causas de esta suba son dos: por un lado producto de que en los últimos 3 años la inflación y el aumento de los salarios rondó el 75%; mientras que el ajuste del MNI solo fue del 17%, con una diferencia acumulada del 58%. Y por otro porque además no se actualizaron las escalas del Artículo 90 (que lleva 13 años de retraso), violando con dicha conducta omisiva la obligación jurídica de actualizar anualmente las escalas que la misma ley impositiva le impone al Estado nacional.
El retraso en las escalas a diciembre del año 2012 es del 488%, lo que equivale a negarles a los trabajadores registrados el derecho al ajuste por inflación.  Con este juego de tenazas, que se sustenta en la violación de la obligación jurídica de actualizar tanto el Mínimo No Imponible como las escalas, es que se logra el hecho inédito en la historia argentina de que un tercio de los trabajadores registrados paguen “ganancias”.

¿Podría detallar qué son las escalas del artículo 90?
JPR: Es el procedimiento mediante el cual la ley determina quién paga el impuesto y cuánto paga, es   bastante simple. Primero se toman todos los ingresos anuales desde el 1º de enero hasta el 31 de diciembre, ese monto incluye, horas extras, aguinaldo, vacaciones, sumas no remunerativas, y se lo denomina “ganancia bruta”. A la “ganancia bruta” se le restan las deducciones del Artículo 23 de la ley de impuesto a las ganancias, lo que se conoce como Mínimo No Imponible. Al resultado de la resta se lo denomina “ganancia neta sujeta a impuesto”, que es la que se clasifica en la tabla del Artículo 90. Dicha escala es de progresividad doble porque a medida que dicho monto aumenta es mayor el pago del impuesto y porque mientras más alto es el ingreso, también aumenta la alícuota que se aplica.
Pero la ley contempla que tanto las deducciones como las escalas del Artículo 90 deben ser “actualizadas anualmente” por el Estado nacional. Cosa que no hace como ya lo mencioné. Con   dicha acción antijurídica el Estado les niega el derecho al ajuste por inflación a los trabajadores, algo que es muy grave, y que es la causa de las tensiones que se están acumulando en la clase trabajadora.
¿Cómo juzgaría la política tributaria actual?
JPR: Sin dudas la política tributaria actual es parte del modelo neoliberal, que consiste en aumentar la presión tributaria sobre las mayorías populares y disminuirla sobre los sectores más concentrados de la economía, beneficiando principalmente al sector financiero.
Es de destacar que en el último informe sobre salarios elaborado por la Organización Internacional del Trabajo (año 2013) se denuncia como preocupante esta situación que claramente beneficia a la renta del capital y perjudica a los asalariados.
En nuestro país toda esta combinación de desaciertos impositivos provoca que los trabajadores asalariados sufran una presión impositiva inusitada. Si tenemos en cuenta el hecho de que los trabajadores y sus familias son consumidores finales y por tanto pagan un IVA del 21% sobre todo lo que consumen, que también realizan aportes personales a la seguridad social que alcanzan un 17% de su salario y que además son alcanzados por el impuesto a las ganancias, concluimos que un asalariado con 15 años de antigüedad soporta una presión tributaria por parte del Estado Nacional superior al 40%, más de lo que paga una empresa multinacional sobre sus utilidades (35%) y muchísimo más de lo que pagarán los que se adhieran al blanqueo (0%).
La política tributaria del gobierno nacional altera con su accionar el “Principio de equidad” y el “Principio de Capacidad Contributiva” al que adhiere nuestra Constitución Nacional y por el cual deben pagar más impuestos quienes tienen mayor capacidad contributiva, esto es quienes más riqueza poseen. Más allá de los discursos, una política tributaria que premia a los evasores con un blanqueo por el cual no pagarán impuestos, que da exenciones a las grandes empresas y que no grava la renta financiera y que paralelamente le confisca una parte importante del salario a una porción cada día mayor de trabajadores registrados, no tiene precisamente un perfil “progresista”. Lo que estamos viviendo no es otra cosa que la construcción de un Estado débil y generoso con los poderosos; y fuerte e insaciable con los más débiles.

¿Cuál sería la solución a este problema?
JPR: Sin dudas la primer solución es generar conciencia en la clase trabajadora de que el “salario no es ganancia” y que un trabajador no es lo mismo que un empresario. En dicho camino hay que discutir en serio una ley de impuestos a los ingresos, y un nuevo sistema tributario, porque acá el 10% más rico de la población se lleva el 40% del PBI y tributa porcentualmente menos que un  trabajador que tiene en el salario el ingreso por el cual debe sostener dignamente a su familia.
Paralelamente hay que lograr que la justicia reconozca a los trabajadores el derecho al ajuste por inflación, no sólo permitiendo las negociaciones colectivas para mejorar los salarios, sino también ajustando los impuestos y sacándole el IVA a los artículos de primera necesidad como se hizo en Brasil.
También hay que discutir en qué gasta el Estado la plata que recauda, porque si los trabajadores van a aportar más del 40% de su salario en impuestos, pues tienen más derecho que nadie a proponer el modelo de Estado que el país necesita. Por algo los sectores concentrados de la  economía y la derecha local se negaron siempre a discutir el sistema tributario argentino. Dicha situación es una deuda de la democracia que los trabajadores deben saldar más temprano que tarde.


 

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