Red Eco Alternativo ***

Matías Alderete, otro joven que no pudo llegar a "ser grande".

El policía federal Arnaldo Arias Mamani asesinó al joven Matías Leonel Alderete, eljueves pasado en La Tablada, partido de La Matanza, provincia de Buenos Aires. Fue Cerca de las 18 horascuando el adolescente de 14 años estaba yendo a su escuela. Compartimos la nota de Natalia Tangona para Agencia Para la Libertad

 

"No doña, yo no voy a ser grande". El fusilado que quería llegar a la escuela

Un guachín de 14 años. Un negrito pobre y matancero. De visera y sonrisa grande, luminosa. Como Luciano, y como tantos que son NN desde que nacen. Matías Leonel Alderete. Un guachín de 14 años que asistía al Programa Envión en la Escuela Secundaria n°58, ahí donde los monoblocks de La Tablada se mezclan con Ciudad Evita. Donde el yuyal, la tierra grisácea y los gigantes de cemento del pobrerío se sienten tantito más tibios si sale el sol. Un guachín de La Matanza cuarteada. Que sabía, como lo saben todos los guachines, que no importa lo que hagan o no hagan, porque la bala viene directamente a ellos cuando le da la yuta gana. Incluso cuando Matías estuviera camino a la escuela, como ayer a la tarde.

La única causa por la cual los pibes de 12, 13, 14, 15 y, con suerte, 16 o 17 años, saben, desde chiquitos, que no van a llegar a ser grandes es la certeza de que algún uniformado va a gatillar. Arnaldo Arias Mamani, policía federal, ayer gatilló en el pecho de Matías, y así pasó a ser, de ahora en más y por siempre, una bandera para el lucha por detener el genocidio encubierto.

Cuando Claudia, su mamá, llegó a la guardia del Hospital Ballestrini rodeada de efectivos que no permitían el paso a nadie, la causa ya estaba casi cerrada sin siquiera haberse abierto. “Su hijo no andaba en buenos caminos”, le dijeron apenas puso un pie. Claro, el camino a la escuela no debe ser nada bueno para quienes esquivan los libros y prefieren patear rejas y disparar a niños por la espalda. ¿Cuál es el “buen camino” para los asesinos de uniforme? ¿Será acaso aceptar robar o vender droga para ellos, por ejemplo?

Matías iba por un tan mal camino a la escuela que justo se interpuso (en un enfrentamiento, obvio, porque siempre es un enfrentamiento en donde los disparos vienen de un solo lado) con las balas justicieras de Arnaldo Arias Mamani, que ni bien terminó de gatillar ya contaba con los "avales" para haberlo hecho.

Difundieron el relato policial a los medios locales para que se dejaran de mencionar las palabras “gatillo fácil”. Según la versión policial, Mamani acordó un encuentro con el chico en el lugar para concretar la venta de una bicicleta. Mamani, policía federal de Esteban Echeverría, se encontraba de franco, y dice que al momento de la transacción el joven sacó un arma, le apuntó al hijo menor del efectivo que se encontraba dentro del vehículo y quiso robarle. Lo que él argumenta es que actuó en legítima defensa.

Diferente es la versión que cuentan los vecinos y transeúntes. Matías iba caminando a la escuela, un grupo de chicos pasa corriendo junto a él, al parecer, escapando de un vehículo que los perseguía. Mamani le dispara. Llegan los efectivos locales. La Bonarense de La Matanza… El guachín, de 14 años, ya está muerto. Lo levantan sin peritajes ni presencia de ningún fiscal. Ingresa el cuerpo fallecido de Matías a la guardia del Hospital Ballestrini. El cordón policial se cierra. Mamani forma parte del cordón.

El relato oficial también está cerrado. Hoy no hay clases en la Secundaria n°58 del complejo habitacional de Tablada. Hoy se junta plata para un sepelio que quién sabe cuándo podrá hacerse, pero que lo gatilladores de la democracia están apurando en estos precisos momentos, para cerrar la causa así, tal cual está. Sin siquiera una autopsia. Hoy, Mamani toma mate en su casa. Hoy, a Claudia, mamá de 17 hijos, le falta un trozo de corazón y siente que en este mundo sólo a ella le importa eso. Y piensa que su vulnerabilidad, su vida de mala racha, su pobreza, su soledad, su lugarcito matancero y cuarteado, la marcan a ella y sus hijos a firmar en conformidad lo que le digan.

Hoy leí una anécdota de una docente. Una vez le preguntó a un alumno de 15 años, del conurbano, qué quería ser cuando fuera grande. Él le respondió: “no doña, yo no voy a ser grande”. La misma respuesta encontró en el resto de sus alumnos. Pero Matías quería ser grande. Sus pasos hacia la escuela eran enviones hacia un pedazo más de vida, hacia un futuro posible, a pesar de todo. Lo fusilaron camino a la escuela. Usted, que lee, sabrá cuán predispuesto está a los argumentos del gatillo.

 

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