Red Eco Alternativo ***

En el Mariano Acosta, NUNCA MÁS

En el profesorado de primaria del Mariano Acosta trabaja como docente del Área de la Enseñanza de Ciencias Naturales quien fue Subprefecto de Disciplina del Nacional Buenos Aires, durante la última dictadura.

(Red Eco) Ciudad de Buenos Aires- Un docente del profesorado de primaria del Mariano Acosta Normal Nº 2 denunció que a fines del cuatrimestre pasado ingresó como profesor de Ciencias Naturales Daniel Stigliano, quien fue Subprefecto de Disciplina del Colegio Nacional Buenos Aires durante los primeros años de la década de 1980, es decir, los últimos de la terrible dictadura autodenominada “Proceso de Reorganización Nacional”.
Pablo Pineau, aclara que supone que “el candidato omitió agregar en su CV algunas de sus actuaciones que lo involucran directamente con el Aparato Represivo que actuó en el sistema educativo durante la última Dictadura Militar”. Y, recuerda perfectamente, el proceder de Stigliano mediante el cual Pablo fue sometido a interrogatorios.
Bajo una profunda indignación, Pablo Pineau escribió una carta denunciando la situación, como una de las tantas manifestaciones de “condena social” necesarias. En ella reconstruye con claridad los hechos ocurridos en el Colegio Nacional Buenos Aires, durante los últimos años de la dictadura:
“Corrían los primeros meses de 1982, y con un grupo de compañeros decidimos volver a editar la revista “clandestina” de la institución, cuyo último número había sido secuestrado por la policía el año anterior en acuerdo con las autoridades del Colegio (Cfr. GARANO, Santiago y PETROT, Werner La otra Juvenilia. Militancia y represión en el Colegio Nacional de Buenos Aires (1971-1986). Bs As, Editorial Biblos, 2002). Esa vez, como medida de difusión, decidimos pegar “obleas” autoadhesivas en los baños con el nombre de la publicación. Ese hecho, claramente trivial y digno de la adolescencia que por entonces transitábamos, dio lugar al interrogatorio ya mencionado.
La situación cumplía con todas las reglas del género: en un cuarto chico estaba yo, por entonces un adolescente de quince años, sentado en una silla con una luz blanca cayendo a mi lado, junto a Daniel Stigliano, y a Eduardo Kember Urquiza, el Prefecto de Disciplina. Mientras éste último cumplía la función de Inquisidor “malo” –revisando mis carpetas, asustándome con frases como: ”Ya todos los demás dijeron que fue Usted”, o amenazándome con echarme del colegio-, Stigliano hacía el papel del Inquisidor “bueno” que me estimulaba a hablar para evitar peores consecuencias, prometiendo protegerme de males mayores si contaba “todo lo que sabía”. Esta situación aberrante duró unos 20 minutos, y sé que también fue aplicada a otros compañeros.
Pocos meses después, la crisis de la Dictadura implicó que este tipo de prácticas denigratorias fueran mermando. Stigliano permaneció en el cargo por un tiempo más, y no recuerdo verlo trabajar en la Institución una vez recuperada la Democracia.”

 

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