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- Categoría: Ambiente
- Publicado: Jueves 27 de Agosto de 2009
Mientras se espera alguna reacción por parte de las autoridades, el uso del glifosato sigue perjudicando la salud de la población.
(Débora Sayanes – Red Eco) Buenos Aires – Los terribles efectos sanitarios y ambientales del uso del herbicida ya han sido denunciados por varias organizaciones, movimientos ambientalistas e investigaciones de reconocidos especialistas. Sin embargo, las autoridades hacen oído sordo a los daños causados por esas sustancias.
“El glifosato es un aerosol que se desparrama por el campo, no es un gas, y eso se inhala, por lo tanto va directamente a los pulmones y de allí a la sangre. Eso es lo que produce una intoxicación aguda o crónica en los individuos que se encuentran en contacto con esa sustancia. En caso de que haya un embarazo, las pequeñísimas cantidades que se inhalen pueden producir malformaciones en los embriones. El glifosato definitivamente afecta el mecanismo normal del desarrollo” explica Andrés Carrasco, director del Laboratorio de Embriología Molecular del Conicet y la Facultad de Medicina de Buenos Aires.
El uso de agroquímicos no afecta solamente a los recién nacidos cuyos progenitores viven en zonas rurales, sino que hay registrados unos 300 casos de personas vinculadas a la actividad productiva que presentan problemas de salud por manipular o haber sido rociados con agroquímicos.
La lucha que se lleva adelante contra el uso del glifosato va en contra de los intereses de las empresas poderosas. Es sabido que entra una gran cantidad de dinero por exportación en concepto de la soja que, si se detiene su cultivo, produciría un crack económico para los grandes pooles de siembra.
La compañía que dirige el empresario argentino Gustavo Grobocopatel es la primera productora de trigo del país y la segunda de soja, además opera en Paraguay, Brasil, Uruguay y Bolivia.
En medio de la fuerte polémica en torno a las retenciones a las exportaciones agrícolas, Grobocopatel defendió la utilización del cuestionado herbicida en la agricultura "El glifosato es un producto que mata a todas las malezas, menos a la soja. Pero es como la bayaspirina, porque si tomas una te hace bien y si tomas veinte te hace mal; con este agroquímico se ha resuelto el problema de erosión" señaló Grobocopatel.
Las explicaciones de Carrasco agregan algunas consideraciones que difieren a lo afirmado por Grobocopatel “El herbicida es un derivado de un aminoácido modificado que tiene la propiedad de matar la planta porque inhibe el sistema enzimático. De esta manera, mata la planta, los mosquitos, los gusanos, destruye todo lo vivo y de allí se puede comprender los efectos sobre la capa de tierra fértil y sobre los humanos. En un comienzo fue utilizado para matar las malezas, pero la naturaleza tiene la virtud de no ser estática y genera resistencia, por lo tanto, se aumentan la dosis o bien se crean nuevos productos.
Es muy probable que estos nuevos productos tengan los mismos mecanismos de acción aunque sean distintas moléculas, los llaman irruptores endócrinos, producen alteraciones en el organismo, entonces se llame como se llame terminen operando sobre los mismo mecanismos celulares y biológicos. Por lo tanto, la buena noticia sería que la gente entienda las consecuencias del uso de estos productos”
En el momento de pensar una alternativa Gabriela Gómez, abogada y militante ecologista sostiene que “primero debemos ser conscientes de las consecuencias que trae aparejadas el paquete tecnológico del cultivo de la soja: corrimiento de la frontera agrícola, desmontes, sequia, desplazamiento de los pueblos originarios y los dueños de las tierras desde el norte al sur de nuestro país. Por otra parte esta soja no es alimento, es toda forrajera, 99% de la soja que se produce en argentina es para alimentar ganado. Por lo tanto no es apta para el consumo humano. Actualmente ya no se sabe cuantas personas son las afectadas por el glifosato, pero si se puede afirmar que los casos se irán incrementando en el futuro. Hay que dejar de fumigar hay que hacer productos agroecológicos que no exijan tecnología de insumos”
Tanto los fertilizantes como los elementos para fumigar desvanecen a la población lentamente. Pero los grandes empresarios sojeros y especialmente las autoridades nacionales y provinciales parecen no “darse cuenta” de las nefastas consecuencias.
Gustavo Grobocopatel advirtió que si reemplazan el glifosato con otro producto "sería una perdida muy grande para el medio ambiente y para los consumidores, porque se encarecería el precio de la soja” ; y concluyó: “La soja es un negocio que llegó a la Argentina para quedarse”.