Como bien ha dicho José Schulman de la Liga Argentina por los Derechos del Hombre, los datos aportados día a día por testimonios que muestran evidentes contradicciones señalan la imposibilidad de poner un nuevo “punto final” a las investigaciones por los crímenes de lesa humanidad de la dictadura. Las declaraciones de los represores abren una y otra vez la línea de investigación y muestran que todos ellos estuvieron comprometidos con la represión ilegal y el Terrorismo de Estado.
Por ello, cuando ha concluido la etapa de la recepción de pruebas en el juicio, y la mayoría de los testigos ofrecidos por los propios represores ha reconocido los operativos conjuntos, la superioridad operacional total de las fuerzas armadas en la represión, la metodología de hacer inteligencia ilegal sobre las fábricas y el trabajo político y gremial; se pone a prueba el valor justicia y si los tribunales podrán romper años de sostener corporativamente ideas propias de las teorías de la obediencia debida y “los dos demonios”.
Les toca ahora a los querellantes alegar y expresar en palabras lo que ha quedado fácticamente acreditado con testimonios, informes y respuestas de los propios imputados. Es la batalla también por romper el paradigma vigente en materia de juzgamiento de crímenes de lesa humanidad para acabar de ese modo con la impunidad.
En ese sentido, flaco favor hace a la búsqueda de real justicia el prisma de la supuesta “objetividad” y el rigorismo procesal excesivamente celoso de los jueces. Si no se comprende al genocidio todo como parte de un plan criminal donde los Riveros, los Verplaetsen, los García, los Fragni, los Harsich y los Aneto por nombrar a algunos pocos son solo eslabones, la situación se empantana.
Es necesario romper con las visiones tradicionales en la materia. Más asusta ese supuesto “legalismo” de los jueces del caso, igual que la decisión de los tres Poderes de no avanzar firmemente hacia la unificación de los juicios y el fin de la fragmentación, cuando se escucha declarar como testigos en la audiencia, a quienes fueron hombres claves de la dictadura tales como el ex Policía Horacio Celia, Jefe de la Unidad Regional Nro. 3 de San Martín en los tiempos del crimen y que llegara a ser sub jefe de la Policía bonaerense durante la dictadura o el General retirado Heriberto Justo Auel quien muy suelto de cuerpo declaró no sólo que fue jefe de área militar de la dictadura, sino que en el país no ha habido campos de concentración.