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Pandemia y nuevas medidas

"Desde tiempo inmemorial la humanidad se defiende de estas pandemias con cuarentenas", afirma el Dr Reynaldo Saccone en esta entrevista realizada por  Mario Hernandez. El ex presidente de CICOP analiza qué se puede esperar de las nuevas medidas adoptadas en el medio del agravamiento de la pandemia

Mario Hernandez: ¿Cuáles son tus espectativas ante las nuevas medidas tomadas por el gobierno?

Reynaldo Saccone: Es una incógnita porque hay diferentes especulaciones. Por otro parte, están los que dicen que habría que haber hecho un corte drástico de dos semanas para parar un poco la difusión.

M.H.: Lo decías vos también hace un mes atrás.

R.S.: Lo que pasa es que desde tiempo inmemorial la humanidad se defiende de estas pandemias con cuarentenas, que son esto, el aislamiento. En este caso al revés de lo que pasaba con los leprosos, que se los aislaba a ellos, en este caso, nos aislamos la gran mayoría de la población para que no circule el virus de manera libre. Con eso baja.

El virus va donde va la gente. No anda flotando en el aire, sino que está en las secreciones de la saliva que se producen cuando hablamos y respiramos. Está en el aliento. Por eso el fundamento del uso del barbijo en el caso de este virus particular porque evita la flotación libre de las partículas del aliento.

Todo esto es para decir que uno de los elementos claves de la prevención es frenar la difusión del virus. Uno de ellos es el aislamiento. Después está la higiene, mantener la distancia, la higiene de las superficies aunque ahora se ha descubierto que no es tan importante pero sí la de las manos, porque nos llevamos continuamente la mano a la cara y ahí se convierten en un vector de transmisión. Esas son las normas generales.

Entonces, depende de la intensidad con las que tomes esas normas generales se disminuye la circulación. No hay un invento distinto al que te estoy diciendo. Lo que tenemos ahora, a diferencia del año pasado, es la vacunación, porque eso desarrolla anticuerpos en el organismo que te defienden del virus. En distintos grados, a veces del todo y a veces te defiende de las formas más agresivas o dañinas de la enfermedad. Por ahora es eso.

Esta es una enfermedad sin remedio, a diferencia de cualquier infección que tomás un antibiótico adecuado y la estabilizás o la curás definitivamente. En este caso no hay nada que tomar. Después hay expectativas esperanzadas pero que no resisten el análisis de la metodología científica, hay gente que toma diferentes productos y con eso se cree protegida pero no es así.

M.H.: Otro de los temas que hemos abordado con insistencia fue el tema de la liberación de patentes y al respecto ha habido una declaración muy importante del presidente Joe Biden de los EE UU.

R.S.: Es muy interesante lo que dice, primero que Biden es presidente en la primera potencia en producción de la industria farmacéutica, entonces una cosa puede ser lo que diga el presidente y otra distinta lo que termine haciendo, porque tiene que meterse con los grandes complejos industriales y financieros, no son una pavada.

M.H.: ¿Pensás que le puede pasar lo que a Arturo Illia?

R.S.: No. No hay posibilidad de un golpe de Estado en EE UU por varias razones, una de ellas es la tradición. Por otro lado, yo creo que forma parte del curso semi populista, si querés llamarlo con una terminología en boga, de concesión, pero esas concesiones no llegan al plano económico, se mantienen en la superficie.

En relación a esto hay una encuesta muy interesante que dice que en EE UU el 60% de las personas que votaron ven bien que se liberen las patentes. En los votantes demócratas es el 70% y en los republicanos, que siempre se ubican más a la derecha, son el 50%, pero de conjunto, balanceando ambos, es un 60% de la población que votó.

Pero es una idea muy interesante que hay una mayoría de la población estadounidense que ve con buenos ojos que se liberen las patentes. Eso lo debe haber tomado en cuenta Biden para hacer las declaraciones que ha hecho. Después veremos cómo se concreta.

La opción contrapuesta es que la industria reciba un subsidio del Tesoro norteamericano para producir más y que el Estado le compre y done millones y millones de vacunas a los países pobres. Eso es lo que sostiene un sector del gobierno norteamericano. Al respecto, apareció brevemente en la televisión que Biden va a donar 80 millones de dosis, lo cual no tiene que ver con la solución del problema, pero puede ser un gesto, como decimos nosotros, para la tribuna.

M.H.: Yo había leído que son necesarias 12.000 millones de dosis a nivel mundial y que los laboratorios que actualmente están produciendo las vacunas tienen una capacidad de producción de entre 3.000/4.000 millones. O sea que estamos bastante lejos de las necesidades globales.

R.S.: Totalmente. Por eso, la patente es una traba absoluta que no solo no favorece el desarrollo de la vacuna sino que la impide. Y hay dos tipos de argumentos, hay una declaración que publicó Clarín de Adolfo Rubisntein, que fue ministro de Salud de Macri y tiene su prestigio basado en que es uno de los iniciadores de la formación de médicos de familia en la Argentina, como nueva especialidad más comprehensiva, que abarca más globalmente. Ese es su prestigio.

Él mira con simpatía diciendo que está muy bien lo que está haciendo Biden y lanza los dos argumentos principales de la industria farmacéutica, que los plantea en forma de duda. Uno es que no hay en el mundo la capacidad instalada para dar ese salto necesario. También ese argumento lo usa Bill Gates, que dice: “¿Para qué van a liberar las patentes si cuando se pongan a fabricar las nuevas empresas que quieren fabricarlas, ya la industria que está en funcionamiento puede hacer todas las vacunas?”.

Eso es una falacia, porque en realidad la industria no produce más vacunas porque no necesita gastar más plata, tiene garantizado primero toda la investigación que pagó EE UU, tiene garantizada la compra por los Estados, además tiene leyes en aquellos lugares en los que no tiene suficiente protección desde el punto de vista de las empresas contra los juicios por efectos colaterales, como consiguieron en la Argentina, una ley especial aprobada por unanimidad en el Congreso en noviembre con el único voto en contra de los diputados del FITU, que le garantiza que no tienen que pagar ninguna indemnización, de eso se hace cargo el Estado de cada país y además le da la jurisdicción a los tribunales de New York.

Y encima, después de todas esas ventajas están las patentes que le prohíben a cualquiera fabricar vacunas. Y le da el monopolio absoluto, pudiendo fijar el precio que quiere. Una ley que votó el Congreso y que ahora votó la Legislatura de Kicillof en la provincia de Buenos Aires.

El precio de venta es secreto, está protegido por la confidencialidad, pueden darlo a conocer o no, pero es confidencial. Es uno de los elementos que se mantienen secretos. Esa protección tremenda que tiene la industria farmacéutica hace que no necesite producir más, si ya tiene garantizada la ganancia, entonces sólo produciría más si los gobiernos ponen más plata. Por eso romper el freno a las vacunas es fundamental para que los propios Estados y Universidades puedan desarrollarlas.

El otro mito es que no hay capacidad instalada. Efectivamente no la hay, pero se puede instalar. Con la potencia de la industria moderna en dos meses hacen una fábrica, en quince días China te hizo un hospital de 1.500 camas perfectamente montado. Ese argumento no va. En la Segunda Guerra Mundial, Roosevelt, el presidente norteamericano convocó a los fabricantes de autos y les preguntó cuántos aviones le podían hacer. Y la Ford que solo hacía camiones y autos empezó a fabricar aviones en muy poco tiempo, a tal nivel que la cuarta parte de la totalidad de aviones que se hicieron en la guerra mundial la produjo la Ford. Porque hubo una política destinada a tal fin. Pero si tenés garantizada la tasa de ganancia, no querés hacer inversiones de riesgo entonces no hay forma, todo sigue igual.

M.H.: Es lo que está pasando con las plantas de oxígeno.

R.S.: Exactamente.

M.H.: El otro día leí un reportaje a un delegado de Praxair que comentaba por qué motivo hay carencia de oxígeno y uno de los argumentos que sostenía es esto que estás mencionando. Tuvimos que internar a mi suegra hace 15 días y mi compañera estuvo 5 horas dando vueltas en la ambulancia para conseguir una cama. Veo en la televisión porcentajes de ocupación de camas, pero esta experiencia personal me demuestra que esas cifras, de 75% de ocupación aproximadamente, no son reales.

R.S.: Tal cual. Lo que pasa es que las cifras toman como camas de terapia intensiva, elementos que no lo son, camas que tienen un respirador u oxígeno ubicadas en cualquier lado y ya las consideran de terapia intensiva. Hay una especie de maquillaje de las cifras.

Hay un estudio hecho por la Sociedad Argentina de Terapia intensiva que hizo un muestreo del que participaron cerca de mil unidades de terapia intensiva de todo el país, que en la suma total tenían más de cinco mil camas. Y ahí el resultado es distinto, ese muestreo dio que la ocupación en el país es del 91%. Nada que ver con esa otra cifra. En AMBA, en la provincia de Buenos Aires era 94% y 93% en CABA. Lo escuchás por TV en cualquier canal a Belocopitt el dueño de Swiss Medical diciendo que no tienen ninguna capacidad, que están saturadas las camas de los sanatorios privados.

M.H.: Me consta. Mi hija es encargada de una guardia de Enfermería en el Hospital Alemán, se reintegró al trabajo la semana pasada y me decía esto que estás comentando.

 
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