La lealtad como tragedia o como esperanza radical
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- Categoría: Venezuela
- Publicado: Viernes 19 de Abril de 2013

La lealtad del voto expuesto este 14 de abril se convierta en un acto donde a conciencia oculta sabemos que esto es una causa perdida bajo el esquema de política, mando y comunicaciones que se ha solidificado a través de la costra corporativa-burocrática impuesta, pero aún así como último gesto y por odio a la vieja oligarquía tan bien sintetizada políticamente en Capriles, nos tiremos al río sin hacer nada y nos convirtamos en un “voto despido” por sumisión y por silencio.
Esa tragedia en nuestro caso es inaceptable precisamente porque al contrario de la URSS aquí no hay otro despotismo que el potencial fascismo de la derecha, porque nosotros podemos decirle ¡basta! con todo derecho y moral para hacerlo a toda esa realidad que ha supuesto el quiebre monetario, la vida del cacique Sabino entre tantos, el desmoronamiento del salario por inflación, la burocratización del liderazgo popular, el lenguaje moralista en boca de quienes lo niegan todos los días con su corrupción, el cierre del debate y la transparencia de verdades en los sistemas públicos de comunicaciones, el verticalismo cooptativo de partido, las finanzas para banqueros y jamás para el desarrollo autogestionario de inmensas fuerzas productivas que podríamos potenciar, la misión social en manos de camarillas burocráticas inútiles y arrogantes.
Aquí por razón de vida o muerte de la revolución por el contrario hay que alzar la palabra, lo otro es por seguro una guerra que la gran burguesía ya tiene todas las posibilidades de desatar de nuevo pero en este caso con un pueblo desmoralizado porque perdió la guerra inmediata contra los monstruos que nosotros mismos hemos dejado que se creen que crezcan y terminen hegemonizando el comportamiento real y discursivo del gobierno. No tenemos derecho a ello. Ni el más beneficiado por el consentimiento monetario del gobierno a tantos grupos de base tienen derecho a ello. El silencio, la autocensura, la criminalización del disenso y la lucha, el no ejercicio con dignidad y sin descanso de los derechos populares conquistados, es la traición originaria, el “salto de talanquera” es solo que viene a consecuencia, así nos fusilamos éticamente hasta no valer nada.
La lealtad por tanto tenemos que vivirla hoy como nunca como una esperanza radical. Como una autocrítica profunda frente a la quietud del silencio y la falta de autonomía política del pueblo en lucha, frente a la sumisión que muchos cuadros nobles de gobierno aceptan por lealtad a un ideal genérico que nada tiene que ver con sus jefes. Como una conciencia de que estamos a las puertas de una nueva ofensiva fascista que puede sin mayor problema desatar una conspiración inmensa contando con la traición interna que hoy se va a desatar y que ayer 14 de abril mismo comenzó a funcionar al dar falsos avances de victoria al mediodía y desmovilizar a última hora la capacidad de arrastre que pueden tener las “multitudes movilizadas” como en efecto pasó el 7 de octubre.
Prácticamente ocho millones o más de cuerpos y conciencias que han hecho de la revolución verdadera su deseo y su necesidad vital es un caudal inmenso para enfrentar lo que venga, un milagro maravilloso de nuestra rebelión. Pero aquí es obligatorio actuar sin compasión con nada, el gesto compasivo como dicen los brujos naguales mexicanos no es más que una compasión hacia nosotros mismos, un gesto de miedo y debilidad que nos impide mover las energías internas necesarias para comprender y enfrentar la realidad que sea, desdoblándonos en los propios hechos, ayudando al otro aplastado a alzarse contra su condición y sin compasión. Por ello se trata de una esperanza radical donde asumimos de raíz nuestra condición de revolucionarios pase lo que pase. Los retos más difíciles, la contrarrevolución más agresiva como siempre ha sido desde hace 24 para acá debe engrandecernos.
Lo que pasó ayer nos debe en ese sentido llenar de alegría porque hacía falta un hecho crucial, al límite de un definitivo abismo para hacer renacer el alma real de la historia actual venezolana, y nuevamente llegamos a él para poner a prueba la verdad libertadora que hemos defendido. Desde Nicolás para abajo, independientemente de juicios y de quien es y ha sido el presidente y quien el simple militante pero que lo mueve todo, estamos obligados a entrar en esa lealtad esperanzada que no se somete a nada, no tenemos derecho al sometimiento. Pero igual, estas alturas y priori no podemos creer en nadie, ese privilegio con justificación o no solo lo tuvo Chávez y ya no está y todo lo dejó...cada quien tendrá que probarse en los hechos y en su inteligencia, en su capacidad comunicante, organizadora y luchadora, en su capacidad de inventar en su terreno toda esa política hoy más que nunca posible de crear una patria libre y de autogobierno del pueblo, armas en mano. Vivir en la alegría y el reto de la esperanza, asumir de lleno lo fuerte y hermoso que es ¡por fin! vencer la opresión imperial y capitalista....nuevamente llegó la hora de la verdad ¡somos Chávez!, pero en este caso ya ésta no tiene después.