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Agricultura y libre comercio: las falacias

Los productores y el agro marchan bien, dicen desde el poder. Alberto Cárdenas, el secretario de Agricultura, asegura que el Tratado de Libre Comercio para América del Norte (TLCAN) ha traído más beneficios que males. La aseveración es falsa. Las cifras así lo muestran.

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(Luis Hernández Navarro – La Jornada) México - Según información del Departamento de Agricultura estadounidense (USDA, por sus siglas en inglés), la balanza comercial agroalimentaria entre México y EEUU es claramente deficitaria para nuestro país. Así ha sido año tras año desde el inicio del TLCAN. Hasta octubre de 2007 las importaciones mexicanas sumaban más de 10.487 millones de dólares, mientras las exportaciones apenas alcanzaban 8.479 millones de dólares.
Lo mismo ha sucedido desde 1994. Las compras nacionales de productos agroalimentarios a nuestro vecino fueron de casi 10.881 millones de dólares en 2006 y las ventas llegaron a 9.390 millones de dólares. Durante 2005 importamos 9.429 millones de dólares y exportamos 8.330 millones de dólares.
Las cifras no son peores gracias a la cerveza. Convertida en nuestro principal producto agroalimentario de exportación, su éxito no le debe nada al TLCAN. Las ventas de cerveza, vegetales y frutas concentran las tres cuartas partes de las exportaciones de México hacia su vecino del norte.
Granos, oleaginosas, carnes y productos derivados concentran las tres cuartas partes de las importaciones agroalimentarias mexicanas de EEUU. Aunque se asegura que muchas de estas compras buscan cubrir un déficit de los agricultores mexicanos, centenares de toneladas de maíz, soya, sorgo, arroz y trigo han llegado a los mercados mexicanos con precios por debajo de sus costos reales de producción, dañando gravemente la planta productiva nacional.
En un momento en el que los grandes agricultores de ese país han perdido importantes mercados en India, Tailandia y África subsahariana, el acceso preferencial al mercado mexicano avalado por el TLCAN ha servido al imperio como la tabla de salvación que ha hundido a los productores nacionales.
El TLCAN ha impulsado la inversión extranjera directa en las cadenas agroalimentarias mexicanas. De acuerdo con la Secretaría de Economía, tan sólo entre enero de 1999 y junio de 2006 este sector recibió inversiones por 11.700 millones de dólares, de los cuales casi la mitad proviene de la patria del Tío Sam. Las estadísticas estadounidenses señalan que en 2005 la inversión de esa nación en la industria alimenticia, excluyendo la producción agrícola y las bebidas, era de casi 3 mil millones de dólares.
Estas inversiones son importantes en las empresas que comercializan granos, elaboran harinas y tortillas, así como en el procesamiento de carne. Por ejemplo, de las tres compañías que controlan casi 50 por ciento del mercado avícola en México, dos son grandes consorcios estadounidenses.
Las compañías multinacionales de base estadounidense establecidas en México tuvieron aquí ventas por 6.100 millones de dólares, casi el doble del valor de las exportaciones de alimentos procesados provenientes del país de las barras y las estrellas.
La dieta de los mexicanos se ha transformado aceleradamente a raíz del TLCAN y de la enorme presencia de gigantes corporativos como Wal-Mart, Cotsco y Sam’s Club en las cadenas minoristas.
Pero el secretario de Agricultura no es el único que en estos días falta a la verdad. Es falso, como afirma Fidel Herrera, gobernador de Veracruz, que la negociación del capítulo agropecuario del TLCAN haya sido correcta, pero las medidas que se tomaron posteriormente hayan sido malas.
Cuando menos, México podía haber dejado el maíz y el frijol fuera del trato. Canadá y EEUU excluyeron de su pacto lácteos, cacahuates, mantequilla de maní, algodón, azúcar, pollos, pavos, huevos y margarina.
Es equivocado suponer que ya nada puede hacerse, salvo pelear por quedarse con la bolsa del programa especial para paliar los efectos de la liberalización comercial. El capítulo agropecuario del tratado es renegociable, más aún si forma parte de la agenda bilateral sobre migración y narcotráfico.
El libre comercio en el campo ha causado severos estragos en el mundo campesino. Más temprano que tarde los labriegos pasarán la cuenta.

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