¿A quién sirve su guerra?

Tras los primeros momentos de estupor, varios intelectuales y académicos franceses se preguntan si es oportuna la nueva «guerra al terrorismo» del presidente Holande, viendo que las anteriores intervenciones militares no dieron ningún resultado positivo.

(Libération - Rebelión) Francia - Ninguna interpretación monolítica, ninguna explicación mecánica aclarará los atentados. ¿Por eso hay que guardar silencio? Muchos consideran –y los comprendemos- que ante el horror del suceso solo es adecuado el recogimiento. Pero no podemos callar cuando otros hablan, actúan por nosotros y nos arrastran a su guerra. ¿Debemos dejarles hacer en nombre de la unidad nacional y acatar la orden de pensar como el Gobierno?
Realmente ya estábamos en guerra antes, ¿no? ¿Y por qué? ¿En nombre de los derechos humanos y la civilización? En realidad la espiral a la que nos arrastra el Estado bombero-pirómano es infernal. Francia siempre está en guerra. Sale de una guerra en Afganistán con innumerables civiles asesinados y siguen burlándose los derechos de las mujeres mientras los talibanes reinan en el terreno. Sale de una guerra en Libia que deja el país en ruinas, miles de muertos y montones de armas que surten a todas las «yihads». Sale de una intervención en Malí y Los grupos yihadistas vinculados a Al-Qaida no dejan de avanzar y perpetrar masacres. En Bamako Francia protege a un régimen corrupto hasta la médula, igual que en Níger y Gabón. ¿Los oleoductos de Oriente Medio, el uranio explotado en condiciones monstruosas por Areva o los intereses de Total y Bolloré no tienen nada que ver con esas intervenciones, muy selectivas, que dejan los países devastados? En Libia, en la República Centroafricana o en Malí Francia no ha preparado ningún plan para ayudar a las poblaciones a salir del caos. No basta con impartir lecciones de pretendida moral (occidental). ¿Qué esperanza de futuro pueden albergar las poblaciones condenadas a vegetar en los campos o a sobrevivir entre las ruinas?
¿Francia pretende destruir al Estado Islámico? Con los bombardeos multiplica los yihadistas. Los Rafale matan a civiles tan inocentes como los de Bataclan. Como en Irak, algunos de esos civiles acabarán solidarizándose con los yihadistas, esos bombardeos son bombas de relojería. El Estado Islámico es uno de nuestros peores enemigos: masacra, decapitad, viola, oprime a las mujeres, recluta a los niños y destruye el patrimonio de la humanidad. Pero al mismo tiempo Francia vende al régimen saudí, famoso por financiar a las redes yihadistas, helicópteros de combate, barcos patrulleros, centrales nucleares. Arabia Saudí acaba de encargar 3.000 millones de dólares en armamento. Ha arreglado la factura de los dos barcos Mistral vendidos al Egipto del mariscal Al Sissi que reprime a los demócratas de la primavera árabe. ¿Acaso no decapitan en Arabia Saudí? ¿No amputan las manos? ¿No viven las mujeres en semiesclavitud? En coalición con el régimen de Yemen la aviación saudí bombardea a la población civil destruyendo de paso tesoros arquitectónicos. ¿Bombardeará Francia a Arabia Saudí? ¿O la indignación fluctúa según los acuerdos económicos del momento?
La guerra a la yihad, marcialmente hablando, también se libra en Francia. ¿Pero cómo evitar que los jóvenes se desvíen, en particular los nacidos en medios populares, si son discriminados en todas partes, en la escuela, en los empleos, en el acceso a la vivienda y por sus creencias? ¿Metiéndolos en la cárcel? ¿Estigmatizándolos de antemano? ¿Hurtándoles otras condiciones de vida? ¿Negándoles la dignidad que reclaman?
Estamos aquí. La única forma de combatir a nuestros enemigos está aquí, en este país convertido en el segundo vendedor de armas del mundo, rechazando un sistema que en aras del beneficio a corto plazo crea injusticias por todas partes. La violencia de un mundo que hace 14 años Bush hijo nos prometió reconciliado, apaciguado y ordenado, no nació en el cerebro de Bin Laden o del Estado Islámico. Nació y prolifera en la miseria y las injusticias que, como muestran los informes de la ONU año tras año, crecen entre los países del Norte y del Sur y dentro de los países denominados ricos. La opulencia de unos tiene la contrapartida de la explotación y la opresión de los demás. No haremos retroceder la violencia sin atacar a sus raíces. No existen atajos mágicos, las bombas no lo son. Cuando desencadenaron las guerras de Afganistán e Irak se hicieron grandes manifestaciones. Afirmamos que aquellas intervenciones sembraron ciegamente el caos y la muerte. ¿Fallaron nuestros aviones? La guerra de Hollande tendrá las mismas consecuencias. Es urgente que nos unamos contra los bombardeos franceses que acrecientan las amenazas y contra las derivas liberticidas que no arreglan nada y soslayan y niegan las causas de los desastres. No en nuestro nombre.

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