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África avanza hacia ser la casa (y la vanguardia) de la energía limpia

Cuando el secretario general de la ONU, António Guterres, lanzó la Alianza Solar Internacional hace 11 meses, aplaudió el objetivo de movilizar alrededor de un billón de dólares para el desarrollo de unos 1.000 gigavatios de energía solar para 2030. “Está claro”, dijo, “que estamos presenciando una revolución mundial de energía renovable”.

(Razeena Raheem - IPS) - Esa revolución también se está llevando a cabo en África bajo el liderazgo del Banco Africano de Desarrollo (BAFD), que se ha embarcado en un ambicioso proyecto solar  para que el continente se convierta en una potencia renovable, conocido como la Iniciativa del Desierto a la Electricidad (DTP, en inglés).

Se espera que este proyecto se extienda a través de la región del Sahel para aprovechar el abundante recurso solar de la región, con el objetivo de desarrollar y proporcionar 10 gigavatios (GW) de energía solar para 2025 y suministrar electricidad verde a 250 millones de personas, incluso en algunos de los países más pobres del mundo.

La Iniciativa conectará por primera vez a la electricidad al menos a 90 millones de personas, sacándolas de la pobreza energética.

Actualmente,  64 por ciento de la población del Sahel –integrada por Burkina Faso, Chad, Djibouti Eritrea, Malí, Mauritania, Níger, Senegal y Sudán- vive sin electricidad, una barrera importante para el desarrollo, con consecuencias para áreas como la educación, la salud, la economía y los negocios.

El BAFD considera que la falta de electricidad sigue siendo un impedimento significativo para el desarrollo económico y social de África.

Iniciado en 2017, la DTP es descrita como “una gran y audaz ambición: iluminar y alimentar el Sahel mediante la construcción de una capacidad de generación de electricidad de 10 GW a través de sistemas solares fotovoltaicos, a través de sistemas públicos, privados, de red y apagados proyectos de red para 2025 y, en consecuencia, transformar la industria, la agricultura y el tejido económico de toda la región”.

Burkina Faso, el primero

El Proyecto de Electrificación Rural de Yeleen, que involucra la producción de energía fuera de la red en Burkina Faso, es la primera empresa bajo la iniciativa de la DTP.

Burkina Faso, un país del Sahel de bajos ingresos, se ha visto afectado negativamente por las variaciones climáticas extremas, como la disminución de las precipitaciones, el aumento de las temperaturas, las inundaciones y las sequías.

Con una capacidad instalada de 285 megavatios (MW), aproximadamente tres millones de hogares en Burkina Faso carecen de energía eléctrica.

De los 19 millones de habitantes del país,  90 por ciento vive en zonas rurales, donde el acceso a la electricidad, principalmente a través de generadores diésel, representa alcanza solo a tres por ciento. La agricultura es también el sector más vulnerable a los impactos del cambio climático, lo que afecta al área rural, que depende de él.

El proyecto se financia a través del Fondo de Desarrollo Africano del BAFD, además de la cofinanciación del Fondo Verde para el Clima (FVC) y la Unión Europea. El proyecto también aprovechará las inversiones del sector privado a través de acciones y deudas generadas por bancos comerciales.

Aprovechará la energía solar para brindar acceso a más de 900.000 personas en áreas rurales, casi cinco por ciento de la población del país, y se espera que resulte en una reducción promedio anual de 15.000 toneladas de emisiones de dióxido de carbono.

El contexto de Guterres

Según BAFD, se estima que la pobreza energética en África le cuesta al continente de dos a cuatro por ciento del producto interno bruto (PIB) anual del continente.

Los detalles de la Iniciativa DTP se dieron a conocer durante la última Conferencia de las Partes de la Convención de las Naciones Unidas para el Cambio Climático (CMNUCC), la COP24, realizada en la ciudad polaca de Katowice, realizada en diciembre de 2018.

“Para África en este momento, proporcionar y asegurar energía sostenible es la columna vertebral de su crecimiento económico”, dijo entonces Magdalena J. Seol, del BAFD.

“La falta de energía sigue siendo un impedimento significativo para el desarrollo económico y social de África. El proyecto proporcionará muchos beneficios a la población local. Mejorará el acceso de la electricidad para los hogares de bajos ingresos y permitirá que las personas se alejen de fuentes de energía peligrosas, como el querosén, que conlleva riesgos para la salud “, agregó Seol.

La construcción del proyecto también creará empleos y ayudará a atraer la participación del sector privado en el desarrollo de las energías renovables en el Sahel.

Eso se ve favorecido, como recordó Guterres, porque durante la última década los costos de las fuentes limpias de energía se han desplomado, lo que impulsó las inversiones. “Hoy, una quinta parte de la electricidad del mundo es producida por energía renovable. Debemos construir sobre esto”, dijo.

Otro factor de impulso, destacó la máxima autoridad de la ONU, es la urgencia que el cambio climático impone al abandono de los combustibles fósiles.

“Está claro que la energía limpia tiene sentido climático. Pero también tiene sentido económico. Hoy es la energía más barata. Y brindará importantes beneficios para la salud. La contaminación del aire nos afecta a casi todos, independientemente de las fronteras”, aseguró.

Guterres alentó a las empresas, los gobiernos y las organizaciones de la sociedad civil a revelar el riesgo climático, desinvertir en los combustibles fósiles y forjar asociaciones que inviertan en infraestructura resistente a bajas emisiones.

Según el BAFD, muchas empresas dirigidas por mujeres enfrentan actualmente barreras más grandes que las empresas dirigidas por hombres para acceder a la red eléctrica, por lo que el la Iniciativa DTP tiene el potencial de aumentar la participación femenina en las actividades económicas y los procesos de toma de decisiones.

El proyecto se lanzó en colaboración con el Fondo Verde para el Clima, una fuente global de recursos creada por los 194 países que son parte de la CMUCC para ayudar a los países del Sur en desarrollo a adaptarse y mitigar el cambio climático. El programa está diseñado para combinar capital del sector privado, público y multilateral.

“Si nos fijamos en los países que apoya la Iniciativa, son los que están muy afectados por el cambio climático y las emisiones de carbono de otras partes del mundo”, dijo Seol.

También remarcó que “las mujeres generalmente se ven afectadas de manera desproporcionadamente negativa por los problemas de acceso a la energía. Proporcionar una electricidad segura y sostenible también crea un impacto positivo en el tema de género”.

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