Red Eco Alternativo ***

Gabriela Yocco

Nació en la Prov. de Córdoba (Argentina), en 1968. Estudió música, Periodismo y Letras. Fue becaria del Centro Cultural de la Cooperación en el Departamento de Literatura y Sociedad. Se desempeñó como docente en instituciones públicas y privadas. Actualmente dicta un curso de Literatura Argentina para alumnos universitarios extranjeros en FLACSO (Facultad Latinoamericana de Ciencias y Estudios Sociales). Publicó Las horas del agua, Elogio del Grito y Tabaco y dos terrones. Publicó ficción y ensayos en medios nacionales e internacionales. En el 2006 recibió el 1er. Premio Internacional de Poesía en el II Certamen de Literatura Social  "José María Valverde"- Universidad Nacional de Barcelona por su obra El llano infinito.

Atavismo

no se elige el poema

no se eligen el estilete la daga la cruz

ni la mordaza ni el cuero en el cuerpo ni cada palabra / no

no se elige el poema

nadie te corona con papeles rasgados ni te nombra emperador de la ausencia

no se elige caminar entre sombras y nombrar sin eco

no se eligen la piedra en las palmas o el sudor que carcome como un ácido manso

nadie puede escoger el viento o encogerse ante la palabra mar

ni someterse a la quietud esquiva de la palabra vuelo

no se puede desear la esclavitud del verbo la sustancia pura del insomnio

la oquedad sin fin de las gargantas / no

sería como arriesgar el cuerpo a cada espejo o resignar la especie a la hombría del sol

sería como dejar que la lluvia cayera despiadada con sus miles de agujas

y no guarecer los ojos

no se elige el poema

es el tigre agazapado tras todo aliento con la zarpa pronta

y un único temblor en la boca

como el inacabable parto de los pájaros


Carta primera

Madre, aquí estoy. Libre de sombras y también de luz. Parada como ciega en la penumbra. Estatua de sal. Hoy recordé tu nombre mientras vigilaba los brotes de las plantas, su terco verdor. Es otoño, madre, pero las flores persisten y el color de la tarde es una sangre que cae.

Hay en torno un silencio manso, las cosas se callan y por detrás de ese silencio la misma niña con su llanto espera que amanezca. Sabe que toda noche lleva el fin, en algún rincón del horizonte. El sueño es una manta áspera llena de fotos y en un extremo tiene la mueca del olvido. Yo acaricio el borde de la ausencia para darle calor.

Madre, así parada puedo tocar la palma de dios y todavía ver en tus ojos el extremo de la vida. Pero es otro este camino bajo mis pies y aún no puedo descifrar sus coordenadas. Sos la sombra en el espejo y esta geografía en mí que te repite como la palabra de un loco.

A veces, la memoria me da tregua; espero entonces el llamado, tu voz tajeando la distancia. ¿Por qué el tiempo es mudo, madre?

Corro hacia el dintel de la lluvia. Un párpado de luz cierra las ventanas. Entonces las horas semejan una larguísima espina que encuentra centro en el corazón.

Esta es mi palabra, madre, huérfana de tu nombre. 


en esta fecha

hoy me paro me arrodillo en los altares derruidos de la oscuridad

para que el solo nombre del amigo ampare

su sola luz

es así como me paro a la orilla de antiguos cementerios

porque no soy yo ni mi voz

sino otro canto el que me surca

hoy me arrodillaré frente a las tumbas viejas

porque creo en otra luz que me atraviesa me corrige

me hace serena en la fatal vorágine del tiempo y de los hombres

esos

los absurdos detentores del tiempo

la claridad

es una estepa extensa como la manta del señor de los adioses

la claridad

esconde la daga en la pupila en la concavidad del sexo

la claridad es esta secreta armonía de la muerte y sus cónclaves

hoy

veré pasar el carruaje ostentoso de mi sombra

con su absurdo catálogo de amores

hoy

haré un tamiz con la seda del sol y en su

claridad

se construirá obtusa

la magnífica madera del viento


Mares

No soy Odiseo. No regreso a Ítaca. Miro la espesura del mar sin esperanzas, sin prisa.

En la fábula que yo he creado, alguien me espera en alguna orilla ciertamente lejana. Un fantasma de hielo y ceniza que cambia a mi antojo. Alrededor de mí recogen sogas, esparcen sebo, cruje la madera.

Pero sé que no regreso a isla alguna, que carezco de patria. Que jamás partí de ninguna costa y que nadie hablará de mis hazañas.

Me inclina a veces la decisión del viento. Giro, varea mi vela, acuden sirenas temblorosas sin canto. Conocer los viejos ensalmos es a veces útil cuando arrecian de tal modo las olas.

No soy Odiseo, mas he estado en el Hades y he regresado. Guardo de recuerdo estas marcas de fuego que me acompañarán hasta que el fuego también me devore. Y un sabor a azufre que nunca cede.

Hoy la mirada se licua. Hoy me pesa no regresar ni tener dónde. Pero cada ser lleva el destino escrito en esa implacable telaraña en la palma de las manos.

Entonces perfecciono este simulacro, ajusto la túnica que me aplana los pechos y les grito a los marinos.

Hoy la farsa debe ser casi perfecta.

Se me juegan en ella todos los naufragios y el azote sin piedad de Poseidón.

DMC Firewall is a Joomla Security extension!